Nueva Grecia nº 1, Otoño 2012

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carbon, uranio, lunas, poemas,” y no tenemos un campo visual puro sobre el que apoyarnos. Esta primera estrofa no me hace “ver” nada—no proporciona una referencia visual concreta para este lector. Eso no significa, por inferencia, que la imagen no funcione. Por el contrario, por arte de la extraña e intelectual energía de los sustantivos (estómago, caucho, carbon, uranio, lunas, poemas) se crea un campo de resonancias imaginarias. El poema nos pide imaginar qué cosa puede ser que tenga un estomago capaz de consumir ese amplio surtido. La poesía en sí es el edificio imaginativo. La poesía americana en particular. La imaginación se extiende hasta absorber los fragmentos que se le ofrecen y se hincha con la solución posible. La imagen es un trozo de energía intelectual fusionándose con los detalles que el poeta ofrece a la imaginacion. Como Ezra Pound escribió, “la imagen no es una idea. Es un nodo radiante o conglomerado; Es un…VÓRTICE del que las ideas salen contínuamente despedidas”. Nótese que para Pound, las ideas surgen de las imágenes y no al revés. El poeta no empieza con una idea e inventa las imágenes que la evocan. En vez de eso, empieza con una imagen—un paisaje en concreto con detalles visuales y sonidos, y desde esa imagen (tal vez en combinación con otras) construye el poema, crea las ideas. Volviendo al poema de Simpson. La segunda estrofa empieza con un símil más tradicional, aunque no sabemos con seguridad lo que “eso” es. “Como el tiburón, eso lleva un zapato dentro”. Pero por raro que parezca, ésto nos dice poco sobre como deberíamos llegar a comprender “Poesía americana”. ¿Un zapato? ¿Cómo que un zapato? Despues, dentro de los límites del símil del tiburón, se nos dice algo sobre nadar , pero que es por el “desierto” por donde “eso” nada mientras lanza sus casi humanos gritos. Con otras palabras, si abordamos este poema de la forma en que lo hacemos con nuestras expectativas de un símil – esto es, la comparación de dos cosas, la segunda de las cuales se supone que debe decirnos algo en particular sobre la primera—entonces no ganamos apenas terreno. Pero, como he dicho, la imagen poética desborda las fronteras tradicionales del símil, e incluso de la metáfora (aunque participa más de esta última que del anterior). Las imágenes crecen y se hinchan, como la fruta, hasta casi reventar. Supuran una especie de riqueza lingüística. En palabras de Robert Hass y su 20th Century Pleasures: “Las imágenes nos cautivan. Hay toda una mitología alrededor de este hecho: Cezanne pintaba hasta que sus ojos sangraban. Wordsworth vagando por las Colinas del Distrito


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