ERRATA# 0, El lugar del arte en lo político

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mente es visto como «marginal» o «ilegal» por la gran mayoría de las personas, y mostraron la faceta de su organización cultural y colectiva que buscaba mejorar aquel lugar, como la biblioteca de casi dieciséis mil libros creada por uno de los habitantes de la ocupación, el señor Severino. El vocabulario estético de una subcultura de squat art (arte de ocupación), presente en las intervenciones urbanas, performances, acción directa, escraches, medios tácticos, interferencias en vallas publicitarias, instalaciones hechas con anuncios inmobiliarios, ubicación de afiches, grabados y carteles en las paredes y en la parte externa de la Ocupación Prestes Maia, colaboró también con la construcción de barricadas efímeras para minimizar la acción violenta de la policía durante las restituciones de posesión de otras ocupaciones en el centro (como la Plinio Ramos en agosto del 2005), y con la creación de «artimañas visuales» para capturar el discurso de los grandes medios sobre los movimientos de vivienda. Ejemplos de ello son la bandera «Zumbi somos nós», creada por el Frente 3 de Fevereiro e instalada en la parte superior del edificio Prestes Maia, haciendo una conexión directa con la idea de ocupación como un gran «quilombo urbano»; los performances de los colectivos Catadores de Histórias y Tranca Rua; los grabados políticos diseñados por Espaço Coringa o el Colectivo Dragão da Gravura con la frase «integración sin posesión x reintegración de posesión»; afiches sobre gentrificación producidos por BijaRi, o el de «Vida X Propiedad» del Esqueleto Colectivo, que hace énfasis en las dicotomías entre la desigualdad social y los intereses económicos; la apropiación y la subversión de anuncios inmobiliarios transformados después en barricadas por el colectivo Elefante, donde unidos formaban la palabra «Dignidad»; una exposición antigentrificación con intervenciones hechas en esos anuncios, el Salón de Anuncios Inmobiliarios (splac), promovido por el colectivo Experiência Imersiva Ambiental en una plaza; y el anuncio con la frase «Zona de poesía árida», instalados al frente de la Ocupación Prestes Maia por la Cia. Cachorra. Todos ellos son muestra de intervenciones simbólicas y discursivas que intentan responder a las necesidades de representación directa de un movimiento y de construcción de su imagen. En ese aspecto retórico, uno de los objetivos de esas acciones sería el de «cristalizar una imagen o una respuesta a un cuadro social confuso, evidenciando sus contornos» (Rosler 1991, 32). No hay duda de que esos proyectos constituyen configuraciones contemporáneas más o menos potentes de una «tradición» desmaterializada del arte político en América Latina, al articular medios para alcanzar la efectividad radical de su comunicación y para lograr encuentros con otro público. La expresión social de aquello que yo llamaré aquí «conceptualismo insurgente» busca producir estrategias en las cuales ideas, medios, soportes y sugerencias lingüísticas son compartidos libremente en afiliaciones flexibles, redes de solidaridad y encuentros temporales. Sin embargo, si parte de la autoría individual y colectiva pudo ser diluida en algunas acciones, debe tenerse en cuenta la capacidad de los colectivos para disminuir la propia politización de sus formas de conceptualismo insurgente y de la producción colaborativa. Sucede que el propio colectivo de arte puede instrumentalizar un movimiento social para obtener dentro de él una mayor visibilidad de sus intervenciones,

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Grupo de Arte Callejero, Blancos Móviles y Elefante, ocupación Plínio Ramos, placas inmobiliarias con intervenciones, 2009, São Paulo. Foto: Henrique Parra

contribuyeron a intentar cambiar de alguna forma la imagen de un movimiento que usual-


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