a lo mejor estaba obviando textos muy importantes,
E Una subversión. Aparte de que había unas obras
y que simplemente porque no están en el mercado de
muy transgresoras, era también una oportunidad de
lo hegemónico uno los ha olvidado y los ha leído menos,
ver buenas obras. La mejor exposición es aquella que
o no los ha leído. En este momento me siento más
tiene una tesis contundente y que además permite ver
próxima a un tipo de postura que rompe con cierta
buenas obras; y esta tenía una tesis muy radical, muy
teoría europea y sobre todo norteamericana (o hasta
combativa, muy diferenciadora y además tenía buenas
poscolonial pasada por el filtro anglosajón), de cierta
obras. Fue bien recibida, pero no en ese contexto
teoría en inglés, diría, que se ha ido imponiendo como
crítico que ellos esperaban como curadores, lo que es
un discurso colonial.
una pena.
G Mari Carmen Ramírez y otro curador llevaron a Madrid
G Era una exposición radicalmente política, ¿no es
«Utopías invertidas», hace algunos años, ¿unos cinco
cierto?
años, tal vez? E Con su esposo, Héctor Olea.
E Mucho, porque era una revisión del discurso establecido.
G ¿Cómo recibieron esa exposición en Madrid? Porque
G ¿Cómo definiría usted lo que están haciendo los
Mari Carmen también tiene una visión que se parece un
artistas más jóvenes? ¿Es también un activismo político,
poco a la suya.
ético? ¿Qué tipo de definición podría darle?
E Me siento más próxima a gente como Mari Carmen o
E Complicado.
gente como Andrea (ambas trabajan desde los Estados Unidos, Mari Carmen evidentemente tiene una formación
G Las definiciones siempre resbalan por todas partes,
anglosajona), o como Ivo Mesquita. Entonces, hablando
pero…
con Mari Carmen y su esposo, Héctor (la muestra
E Muy complicado. Depende, también. Pero creo que es
revisaba la Historia del Arte prácticamente desde el
quizá un «activismo activista», valga la redundancia, o un
18 al 68, creo recordar), él decía: «Estoy muy curioso
arte político activista. Quizá no tanto como fue el del
de ver cómo va a recibir el público esta exposición
arte anterior, el arte de los sesenta, que tenía también
que transgrede, digamos, las formulaciones al uso de
un activismo con un componente más ético. Porque
representación del arte latinoamericano». Y yo le decía:
los tiempos probablemente han cambiado y ahora los
«Relájate, no la van a recibir de ninguna manera, porque
valores son diferentes de los que eran, y quizá son más
nos falta el contexto anterior». Todo esto tiene mucho
activistas de lo que era, digamos, ese activismo ético
que ver con las propias relaciones transatlánticas, con
que podemos encontrar en algunos autores, en algunos
la propia historia de España, etc. «¿Cómo vamos a ver
artistas de los sesenta. ¡Pero, vamos!... no podemos
qué se ha subvertido si no se sabe cuál era el punto
generalizar; creo que habrá un poco de todo tipo de
de partida?», era un poco lo que les estaba diciendo
artista. Aunque en general a la joven generación le
a Héctor y a Mari Carmen. Sin embargo, creo que la
preocupa más cierto activismo que tenga que ver con la
exposición era esencial, porque planteaba cuestiones
propia construcción del sujeto, la idea de quiénes son,
muy radicales pero que seguramente el público no supo
dónde están; y quizá posiciones más personales que
ver. Aunque tuvo muy buena acogida, el público no
colectivas, como sí las pudieron tener artistas como
supo ver la radicalidad de esas posiciones. Pero era un
la propia Lygia Clark y su idea de compartir el arte,
proyecto muy importante.
de hacer un arte que todo mundo comparta. Ahora, en la sociedad en la cual vivimos, tal vez los artistas
G El documento es sensacional, el catálogo quedó
proponen soluciones más personales. Aunque, por
estupendo.
ejemplo, uno de los artistas que está en la exposición de mi colega Anna Maria Guasch, Rogelio López Cuenca, 169