ERRATA# 0, El lugar del arte en lo político

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un conflicto que los movimientos de derechos humanos llevan día a día, articulando pasado y futuro, haciendo eco de aquel «Nunca más». Tanto las transformaciones de la Esma, como la puesta en escena de la entrevista e, incluso, el mundial de fútbol celebrado en 1978, tienen en común, salvando las distancias de escala y luminosidad, la clara intención de construir una realidad en donde, agazapada, reinaba la impunidad. Un último ejemplo de prácticas estéticas ligadas a la Esma se encuentra en el periodo ya democrático durante la presidencia del tristemente célebre Carlos Saúl Menem. Al unísono con las leyes de perdón y olvido que él mismo promovió, en enero de 1998, Menem propuso según una nota de prensa en el Clarín

destruir la Esma y construir en su predio un par-

que de la reconciliación. Las reacciones variadas de la sociedad contaron con la protesta airada de los organismos de derechos humanos, quienes subrayaban con firmeza la imposibilidad de la reconciliación sin justicia para los responsables de los treinta mil desaparecidos y sin el esclarecimiento de todos los crímenes de la dictadura. Entre las múltiples bondades del capitalismo, es justo reconocer su eficacia a la hora de develar con franqueza los límites de las vocaciones políticas y de los apetitos más básicos, esas sutiles convicciones con las que la buena conciencia y la escena pública suelen restarles porcentajes importantes de elocuencia y claridad. Ya los represores habían incursionado en los negocios, rapiñando para apropiarse y vender las pertenencias de los detenidos que eran amontonadas en el «pañol mayor», justo al lado de la «capucha», ese no-lugar en donde la vida parecía detenerse para los presos de la Esma. Los represores también habían incursionado en el mercado de finca raíz, creando inmobiliarias eficaces por Fachada del edificio de la ESMA. Buenos Aires. Foto cortesía del archivo del Instituto Espacio para la Memoria

medio de las cuales eran puestos en circulación los bienes inmuebles de los detenidos. Y fue justamente junto al mercado inmobiliario que el capitalismo ofreció, con la ayuda de un ilustrador anónimo, la idea de reconciliación que rondaba en las mentes de muchos argentinos, obnubilados por la reconquista argentina del primer mundo de la mano de la paridad del peso frente al dólar. Justo al frente de la Esma, sobre la avenida Libertador y de cara al río de La Plata en donde años antes eran arrojados los cuerpos de los detenidos, se construyó un edificio de modernidad tardía y ladrillo a la vista. El anuncio publicitario del edificio en cuestión publicado en el Perfil, el lunes 15 de junio de 1998

haciendo eco del anuncio presidencial,

presentaba en una perspectiva a vuelo de pájaro la cara renovada del parque de la reconciliación, algún tiempo después del correspondiente ritual nacionalista que, construido sobre la teoría de los dos demonios, habría permitido por fin la reconciliación entre hermanos. La ilustración dejaba ver la excelente vista de un parque con campos de golf y, a lo lejos, las velas y las tablas de surf triunfantes en un río de La Plata reconciliado con su sombrío pasado. Las masacres perpetradas por el Estado o ejecutadas con su complicidad se caracterizan por su doble función destructora y creadora. Peterson, refiriéndose a la masacre de 127


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