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Horizonte del camaleón

Franco De Lorenzi estudia Artes en la Pontificia Universidad Católica del Perú y demuestra pasión por los temas sociales en sus caricaturas. Cuenta con una sección llamada “El Semanero” en Instagram. Nos adentramos a su mundo de lápiz.

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Las artes y Franco De Lorenzi han caminado de la mano desde hace tiempo. A sus cortos diecisiete años ha mantenido su rumbo hacia la ilustración a paso firme, y estuvo siempre rodeado de ese mundo que es el arte. Como él mismo cuenta, durante su época escolar pudo reafirmar sus dotes creativos: “Siempre, en todas las clases, he estado dibujando”.

Nos comenta sobre el apoyo constante que ha tenido por parte de su familia; esto le permitió ejercer un trabajo constante de su obra. Sin dudarlo, para un artista la valoración y el ambiente son elementos que enriquecen el proceso de creación y la obra en sí. Ese fue el caso de nuestro joven invitado. Desde niño, comenzó a crear pequeñas historietas que, con el tiempo, se hacían esperar, al punto de crearles su propio tráiler para luego leerlas junto a su madre. Poco a poco iba formando su propio público, tal como lo han hecho en la historia los grandes iconos del arte.

Cuando estaba en el colegio, plasmaba retratos de su salón de clases, amigos y gente cercana, a fin de que sean expuestos. Una memoria que guarda con especial cariño es la de un

concurso de dibujo que ganó en el colegio; su euforia llenaba de brillo su historia, contada con orgullo. Quizás, sin darse cuenta, iba erigiendo las bases que darían forma a su futura obra y carrera.

Desde luego, no vamos a encasillar a De Lorenzi como un aprendiz de entorno, pues, si bien su carrera nació y se nutrió de ese modo, no fue lo único relevante dentro de su trayectoria. Menciona como referentes a “Liniers” y “Tíntín”, historietistas que estudia para seguir nutriendo su conocimiento. Por otro lado, cuando nos habla de la relación existente entre su obra y la música, nos confiesa que él usa las letras de ciertas canciones para poder tener un momento de inspiración. La banda “Viajante malabar”, a la que pertenece, le brinda esa conexión entre relajación y pasión que lo inspiran a iniciar sus trabajos.

La pandemia y el encierro que ella trajo consigo, tuvo un impacto, como en muchos otros, sobre su vida. Él, por su parte, recalca que los tres primeros meses de claustro fueron una descarga de adrenalina. Comenzó a crear más cómics, la demanda era alta y, debido a la situación, generaba en él una responsabilidad mayor a la que estaba acostumbrado. Además, nos deja en claro que sus metas las plantea en razón a sus propios avances, pues no pretende toparse con ninguna pared que lo frene, ni con algún bache que lo retenga. Su camino debe estar expedito. Muestra también un rumbo alejado de la caricatura con su manejo del óleo y el grafito.

El haber salido del colegio hace poco, y afrontar un importante recibimiento por parte del público, lo han llegado sorprender, como él mismo lo menciona. Según comenta, hace una semana no sabía que estaría colaborando para un diario y que generaría un cambio en él con respecto a sus posturas e información, y mucho menos que se le fuera a entrevistar.

Franco resalta que, a pesar del contexto tan tórrido que vivimos, el año pasado ha superado sus expectativas. El proyecto del “Semanero”, a través de su cuenta de Instagram, va en subida. Las colaboraciones que ha realizado generan voz sobre su trabajo, y es razonable que deje aflorar cada sentimiento cuando habla desde la devoción que le tiene a su obra. Pero estas pasiones no le restan madurez a su expresión, al contrario, son augurio de un porvenir prometedor. Está enfocado en su sección ¨Solo para camaleones¨ del Diario El Gobierno y realizando trabajos personalizados desde su Instagram: @francodelorenzi_. No suelta el lápiz. De Lorenzi imagina, crea y transfiere su corazón implacable. //