Revista CAV No. 57

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Gustavo Legórburu Por: Lisseth Boon lisboon@gmail.com

Uno de los decanos de la

Fotografías: Richard Torres

nacional reflexiona sobre

arquitectura contemporánea la ciudad y sus particulares obsesiones, como la necesidad de adaptar las formas al concepto de tropicalidad y la permanencia en el tiempo

Gustavo Legórburu no tiene correo electrónico. Mucho menos una cuenta de Facebook o Twitter. Es de los pocos que en la galaxia de la Internet sigue usando el fax para comunicarse. A sus 80 años, podría apoltronarse en conceptos y prácticas archivados en catálogos de otras épocas. Pero sus principios sobre la arquitectura continúan más vigentes que nunca. Legórburu pertenece a la estirpe de los decanos de la arquitectura de la Venezuela contemporánea, que emprendió Carlos Raúl Villanueva. De los que con apoyo del sector privado y público contribuyeron a edificar la utopía de la ciudad moderna. Al menos, algunos de sus capítulos más notables. De su autoría son la sede del Ateneo de Caracas, el Instituto Politécnico de Barquisimeto, las estaciones de Altamira y Chacaíto del Metro de Caracas, junto al Centro Nacional de Ajedrez en plaza Chacaíto. También, la Biblioteca del IVIC, sede del Banco del Orinoco en Caracas, Colegio Cristo Rey y el Centro Nutricional Infantil (Cania) de Polar, en Antímano, por sólo mencionar algunas obras de una larga lista que abarca edificaciones hospitalarias, educativas institucionales y privadas en todo el país. El Premio Nacional de Arquitectura 1989 (otorgado por el extinto Consejo Nacional de la Cultura, Conac en reconocimiento a toda su trayectoria). Dejó la docencia en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV hace dos décadas. También, cerró su oficina hace 10 años. Pero el encargo de un reciente proyecto para una vivienda particular, que se construye en República Dominicana, activó de nuevo su creatividad y precisión. Lo trabaja junto a su hijo mayor, Gustavo Legórburu, también conocido arquitecto. “Tuve que comprar todo de nuevo, desde un compás, Página anterior

Ateneo de Caracas. Premio Nacional de Arquitectura

como si estuviese comenzando de nuevo la carrera”. Desde su retiro, el miembro N° 75 del Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) se permite algunas reflexiones sobre su ciudad natal, aunque se mantenga alejado de la discusión pública. “No soy urbanista. Nunca me metí en eso”, advierte de entrada el arquitecto cuando se le pide un diagnóstico de la ciudad. “Pero sí te puedo hablar de la falta total de planificación. No hay suficientes vías que comuniquen el norte con el sur de Caracas. Las urbanizaciones en las colinas del sureste fueron levantadas entre una galimatías de caminos entrecruzados. Hay buenos ejemplos arquitectónicos pero en un espacio que no fue organizado previamente por el urbanismo”. Los planes de construcción de viviendas del actual gobierno –que el arquitecto admite conocer superficialmente– no tendrán ningún sentido si no se le otorgan los servicios básicos, como hospitales, escuelas y comercios, opina Legórburu. Para el merecedor de la Orden Carlos Raúl Villanueva 1985 y Andrés Bello 1972, meter a la gente en edificios hechos a la carrera, sin tomar en cuenta los anteriores elementos ni las condiciones del clima, no resolverá el problema. Parafraseando al creador de la Ciudad Universitaria: “la arquitectura que no toma en cuenta el factor social, no sirve para nada”.

Público y privado Legórburu ha motorizado buena parte de sus proyectos dentro del sector público. Una de las obras de la cual se siente más orgulloso es el Politécnico de Barquisimeto, diseñado en 1962 durante el gobierno de Raúl Leoni y construido en 1964. Recuerda


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