Daily Tous Les Jours by Marta Gonzalez Muguruza

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¿Por qué decidieron crear DTLJ? ¿Cómo fue al principio? ¿Fue fácil presentar lo que hacen a potenciales clientes? Tanto Mouna (Andraos) como yo empezamos estudiando y trabajando afuera; las dos trabajábamos con tecno‐ logía pero de distinta manera, aunque las dos con el fin de llegar a audiencia masiva. Cuando volvimos, ambas buscábamos so‐ cios y terminamos conociéndonos por amigos en común y haciendo algunas co‐ sas. Nuestro esquema de trabajo por co‐ laboración colectiva siempre resultó in‐ teresante en el resultado final y eso fue dando forma a Daily Tous Les Jours. ¿Cómo es un típico día en el estudio? ¡Una locura! Hoy el piso está lleno de cartón y foamboards donde estuvimos prototipeando, así que está lleno de for‐ mas circulares desparramadas por to‐ dos lados. Las ventanas están todas in‐ tervenidas porque estamos preparando una instalación para las ventanas de un hotel; estamos haciendo unas pruebas con ilustraciones salvajes, viendo cómo funcionan ópticamente. Un día común… Somos un equipo de diez personas en el estudio. Trabajamos todos juntos pero cada uno tiene como su expertise. Parte del día es tirar ideas y después hay mucho de prototipeado

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e iteración de prototipos. El prototipo a veces es físico, a veces es un software, y siempre hay varias maneras de testear una idea, una manera tangible de veri‐ ficar si va bien con el proyecto. ¿Cuánto cambia esa idea desde el prototipo dentro del estudio hasta la instalación en el espacio público? Cam‐ bia mucho, y también hay mucho testeo afuera. Hay mucha investigación del lu‐ gar, trabajamos muchísimo en contexto, así que pasamos mucho tiempo en el lu‐ gar tratando de entender cómo es, cómo funciona, cómo es la gente de ahí, cómo es la historia del sitio; eso es muy im‐ portante en nuestros proyectos. Final‐ mente hacemos un último prototipo de prueba que emplazamos, probamos y lo presentamos a un pequeño grupo, parte de la comunidad, para poder intercam‐ biar opiniones. Es raro que cambie ra‐ dicalmente pero sí hay una evolución. Entonces es bastante largo el proceso. Sí, es largo o corto según con qué lo com‐ pares; si lo comparás con la obra de un arquitecto, no es tan largo, pero si lo comparás con el trabajo de un diseñador gráfico sí es larguísimo. Nuestro proyec‐ tos pueden llevar uno o dos años, alguna vez tres.

Y este tipo de proyectos ¿pueden extender su vida útil más allá de lo programado y de su emplazamiento específico, o eso es parte de la magia? Esa es una gran pregunta y es general‐ mente lo que nos mantiene en marcha: ver cómo una vez que el proyecto está instalado tiene vida propia. Descubri‐ mos nuevas formas en la que la gente lo usa o cómo se vuelven creativos con la obra. A veces son cosas que no podría‐ mos haber imaginado de antemano. Es muy gratificante como estudio porque significa que instalaste un proyecto que necesita combustible para cobrar vida, y eso es la gente. La gente se lo apropia y lo recrea, y de ese aprendizaje segu‐ ramente saldrá el siguiente proyecto. Entre los proyectos que vi, la mayoría son comisionados por la ciudad o por museos. ¿Qué pasa con las marcas comerciales? ¿No se acercan o son ustedes los que prefieren mantener la distancia? Creo que tiene que ver con que cuando trabajamos con una marca nos gusta tener algún tipo de influencia en el producto, porque si no la mayoría de las veces se siente como cosmética. Trabajamos con un banco hace unos años, habían abierto una sucursal en Se‐ attle y creamos un “muro de conversa‐

Daily Tous Les Jours es un estudio de diseño interactivo enfocado en la participación colectiva en espacios públicos. Eso; mucha gente compartiendo una experiencia que por un rato le permite apropiarse de un pe‐ dacito de la ciudad en la que vive y contribuir activamente en el proceso y el resultado final. Son proyectos que traen magia a los lugares de todos los días y toman distintos formatos: intervenciones urbanas, muestras, productos, ambientes, eventos, apps, videos, y que estimulan lúdicamente encuentros y conversaciones, despertando el sentido de comunidad. “Trabajamos desde las características propias del lugar y sus habitantes y a partir de ahí, con las nuevas tecnologías, creamos piezas interactivas para que las personas se conecten con el ambiente y entre ellas”, nos cuenta en la entrevista Melissa Mongiat, fundadora junto a Mouna Andraos de este estudio canadiense que viraliza felicidad. POR MARTA GONZÁLEZ MUGURUZA

FOTOS: GENTILEZA DAILY TOUS LES JOURS / APERTURA: NICOLAS FONSECA

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ción” para esa nueva rama del banco. El objetivo era establecer una comunica‐ ción y un compromiso con la comuni‐ dad. Ellos eran los nuevos vecinos en el barrio y por eso generamos una inter‐ face para que pudieran presentarse. Fue un proceso muy divertido y trabajamos directamente con el banco. Creo que de‐ pende de la gente, tenemos amigos tra‐ bajando en agencias de publicidad con los que se puede llevar adelante el pro‐ yecto y sobrevivir al proceso. La clave es el proceso, cuán abiertos estamos nosotros y cuán abiertos están ellos para hacer que algo funcione. ¿Tendrá que ver tal vez con los tiempos? Decías que los proyectos llevan uno, dos años promedio, y las marcas comerciales a veces no disponen de tanto… Sí, puede ser que tenga que ver con eso. También manejamos tiempos más cortos. Creo que lo del banco nos llevó algo así como seis meses. Me sorprende porque lo que hacen ustedes es lo que todas las marcas están buscando últimamente: una conexión colectiva, una experiencia cultural divertida, por eso me cuesta creer que no estén haciendo fila en la puerta. ¡Jajajaja! ¡Quién te dice que no está en nuestro futuro!

The Swings: las hamacas son un ejer‐ cicio de cooperación musical; cuando todos se hamacan juntos, generan una pieza musical donde algunas melodías sólo surgen cuando se sincronizan. “Es un juego donde desde el comienzo tenés que ajustarte a las acciones de otros. Las hamacas permiten que los participantes generen música con todo su cuerpo, se conecten con otros y a la vez sientan propio el espacio público. El resultado es un instrumento colec‐ tivo gigante que reúne gente de todas las edades y niveles socioeconómicos.”

Food Sessions es una meditación guiada a través de la comida. Los participantes, guiados desde sus headphones inalámbricos, comparten una comida en silencio y viven una experiencia sensorial que recorre recuerdos y emociones asociadas a la comida que están saboreando.

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El Muro de Conversación fue una instalación tem‐ poral diseñada para la inauguración de una sucursal del Umpqua Bank en South Lake Union, Seattle. “Fue una oportunidad para ver qué le importaba a la gente; después de todo, nuestras conversaciones moldean nuestra economía.” El letrero luminoso invitaba a la gente a completar la frase “Queremos tener una conversación sobre…”. Los aportes de cada uno eran divididos en categorías para darle un marco de relevancia y mantenerlos en el área donde la vida diaria y el banco se tocan: creciendo, haciendo conexiones, encontrando equilibrio (balance), pensando a futuro, alcanzando el éxito… La curaduría de los comentarios dio pie a una serie de eventos relacionados con los intereses de la comunidad. 62 | 63

¿Es cierto que para el proyecto de las 21 hamacas contrataron a un especialista en cooperación animal? ¡Sí, es cierto! Trabajar en el contexto tam‐ bién significa trabajar con la gente que vive en el área, y el lugar donde empla‐ zamos las 21 hamacas está justo frente a la Facultad de Ciencias, así que apenas comenzamos con el proyecto quisimos establecer un diálogo con los miembros de esa comunidad. A decir verdad, este especialista nos encontró a nosotras, nos dijo que nuestra práctica era muy parecida a la suya. Su trabajo tiene que ver con cómo el animal aprende, cómo socializa y de alguna manera, la interac‐ ción que ocurre en el espacio. Cómo la gente aprende una nueva interface pero también como interactúa en conjunto para conseguir algo; él tenía un paper escrito sobre cooperación, así que nos pareció bien el aporte para esta expe‐ riencia colectiva de comportamiento. Fue fantástico trabajar con él. ¿Es difícil armar un buen equipo para cada proyecto? No… Estoy pensando qué es lo difícil… En general cuando em‐


pezás un proyecto identificás socios po‐ tenciales, generalmente la gente está en‐ tusiasmada y nosotros felices por tra‐ bajar con ellos. Tenemos un coreógrafo trabajando cada vez más en nuestros proyectos, trabajamos con gente de la industria de la comida, muchos músi‐ cos… Es fantástico porque cada espe‐ cialidad nos lleva a un nuevo territorio y esa es la manera de mantenernos fres‐ cos y alertas. Obviamente hay toda una cantidad de negociaciones e intercam‐ bios a lo largo del camino, pero defini‐ tivamente es un escenario donde el sol es más que la sombra. ¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora? ¿O hubo algún proyecto que tomen como punto de inflexión en la carrera? Cada proyecto tiene su desafío. Lograr una versión itinerante de las hamacas nos llevó un par de años y fue un gran desafío y un punto de in‐ flexión. Queríamos que sea autopor‐ tante, aprendimos mucho sobre restric‐ ciones de gira y oportunidades. Noso‐ tros veníamos haciendo las cosas para un lugar específico en el que estarían un determinado tiempo, y prepararlas para una gira es muy distinto. Por suerte es‐ tamos rodeados de gente maravillosa que nos ayuda para que las cosas se puedan llevar adelante y el proyecto se volvió mucho más grande de lo que habíamos imaginado. ¡Ojalá algún día puedan traer las hamacas para Buenos Aires! ¡Nos en‐ cantaría! Sería muy divertido, así que ¡mantengamos este contacto! No sería tan complicado. Actualmente están de gira por Estados Unidos, Florida, Detroit, pero creo que después van para otros países y algunos quizá estén en el hemis‐ ferio sur, así que podríamos estar más cerca de Argentina de lo que pensamos.

McLarena fue una instalación comisionada por The Quartier des Spectacles y The Na‐ tional Film Board de Canadá para celebrar el 100º aniversario de Norman McLaren. Bajo el concepto de “Baila la McLarena”, los que por ahí pasaban eran invitados a reproducir la coreografía de uno de los films originales del director: Canon (1964). Una cabina de grabación, una pantalla dividida para imitar los movimientos de la persona de la derecha y ser copiado por la de la izquierda. Cada participante imitaba al anterior, creando por ende una danza colaborativa en evolución permanente. La coreografía era luego proyectada en la fachada del edificio adya‐ cente, improvisando un teatro al aire libre.

The LittleBits Store es en parte un local y en parte un laboratorio, que estuvo situado en el Soho de NY hasta diciembre del año pasado. LittleBits es una start-up que nació con la misión de democratizar hardware y simplificarle las cosas a cualquier inventor con unos “ladrillos” eléctricos fáciles de usar. “La tienda era un gran workshop donde podías comprar tus construcciones o dejárselas a los demás para que las continuaran. No hacía falta ningún conocimiento de electrónica previo, podías probar y divertirte.”

El Museé des Possibles (Museo de Posibili‐ dades) consistió en un campo lleno de globos que invitaba a los visitantes a compartir sus sueños y expectativas. Cada uno podía es‐ cribir en un papel qué le gustaría ver, hacer, o a quién le gustaría conocer en ese espacio, con extras como “al atardecer”, “en bicicleta”, “con la persona de mis sueños”, etc. Además recibían stickers para poder votar ideas de otros y elegir de manera colectiva las mejores propuestas para ese espacio compartido.

¿Creés que a nivel global las ciudades (sus gobiernos) están más comprometidas con programas de participación comunitaria o son sólo casos aislados? No, creo que es parte del proyecto. Ya se están viendo programas en las universidades al respecto y están demostrando la importancia de lograr participación en los espacios públicos para mejorar la sociabilidad en las ciu‐ dades y básicamente alcanzar una mejor la calidad de vida. Y cuando mejorás la calidad de vida, aumenta el valor de la ciudad y eventualmente pueden subir los impuestos, así que les sirve. REPORTE PUBLICIDAD | INTERNACIONALES

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Knock Stop Music son semáforos para humanos. “Los semáforos fueron el primer indicador de que las ciudades sería regladas por los autos, así que para el Street Proto‐ typing Market de San Francisco invitamos a los humanos a tomar el control con música.” El Knock Stop Music es un sistema de comunicación que conecta ambos lados de la calle e invita a los transeúntes a jugar con el ambiente, creando melodías y concientización acerca del otro.

Giant sing along: un sembradío de micrófonos para que todos se junten a cantar en este karaoke gigante montado para la feria estatal de Minnesota. El sistema integra diferentes tecnologías de sonido para estimular la participación, afinando voces y ajustando la reverberancia para que incluso los más desafinados suenen bien y disfruten participando.

Coreografías para estrellas y humanos es parte de la exhibición permanente del Planetario de Montreal y transforma el edificio en una pista de danza. “Quisimos reconectar a la gente fuera del Planetario, con el espacio exterior pero de una manera muy íntima, usando su cuerpo. Imaginamos una experiencia física que permi‐ tiera a los visitantes no sólo com‐ prender sino también sentir los fenómenos astronómicos.” Siete piedras delimitan la pista y una proyección en la fachada muestra una serie de instrucciones para guiar a cada participante en la constelación. La coreografía les permite bailar como grupo y a la vez la libertad de realizar inter‐ pretaciones personales.

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¿Qué aprendiste en este tiempo? ¿A la gente le gusta participar, o somos más bien tímidos? Hay distintos nive‐ les de participación, así que siempre es‐ tamos listos para todos los gustos y para esperar a los más tímidos. Por ejemplo con las hamacas, había gente que dis‐ frutaba viendo a otros hamacarse. Otros disfrutaban descubriendo las melodías secretas que se generaban al sincronizar con sus vecinos, y otros que se subían a las hamacas y querían ver qué surgía. Cada uno tiene su manera de disfrutar la obra y va a su paso. ¿Y cómo fue con el Kit Opérette? ¿La gente se enganchó rápido? Al estar en un museo, el contexto era diferente a que fuera al aire libre. Lo vamos a hacer nue‐ vamente este año. Estamos curando y preparando el escenario y el show, que arrancará en un par de semanas. Kit Opérette fue comisionado por el museo en su momento y nos habían dado la Petit Salle, un espacio pequeño donde cual‐ quier cosa puede pasar. Nosotros, que veníamos trabajando en espacios públi‐ cos, donde hasta conseguir electricidad es un desafío, de repente acá podíamos hacer lo que quisiéramos, proyectar en las paredes, cualquier cosa, mucha liber‐ tad. La actitud de la gente también era diferente porque para entrar al museo comprás un ticket, por lo que estás muy dispuesto a aprovechar al máximo cualquier actividad, y sobre todo los chicos tienen una voluntad de partici‐ pación muy alta. Es muy distinto al espa‐ cio público, pero de cualquier manera hay que enseñarle a la gente cómo ser parte de la Opérette, porque desconocían la pieza o no tenían idea de cómo fun‐ cionaban las obras. Teníamos diferentes estrategias para ir guiando a la gente a las diferentes propuestas y escenarios. Es como una construcción y, nuevamente, hay distintos tipos de participación. Había unos chicos fascinados enseñán‐ dole a la gente cómo funcionaba todo. ¿Tuviste que cantar en el Giant Sing Along? ¡Jajajaja! ¡Me encantó cantar en el Giant Sing Along! ¡Papelón! El karaoke gigante también es interesante porque

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fue en Minnesota, y aprendimos en el camino que después de que le dieran el visto bueno al proyecto, había muchas dudas porque existe algo llamado el “Minnesota nice” que viene de que la gente ahí es muy amable y respetuosa y no creían que fueran a juntarse a can‐ tar frente a todos. Pero hicimos todo muy tranquilo y fácil; evitamos el esce‐ nario, para que fuera menos intimidante y la gente sólo tuviera que entrar y elegir un micrófono; podían compartir el mi‐ crófono y lo cierto es que al cantar todos juntos las voces se unifican y es fantás‐ tico. Este verano será la sexta temporada que se repite este proyecto, y nos pone muy contentos. ¿Planes para el futuro cercano? ¡Sí! Abril va a ser un mes fuerte. Tenemos el show en Paris con el Kit Opérette y una instalación permanente en Arizona de sombras musicales donde la gente va a poder hacer música con sus sombras. Ari‐ zona es uno de los estados con más sol en los Estados Unidos, así que hay som‐ bras muy dramáticas desde la mañana hasta la noche y vamos a jugar con eso, para generar distintos soundtracks. Por otro lado, las hamacas van a estar en De‐ troit, y vamos a tener otra “Food session” con Mister Jaune, esta vez con 100 invi‐ tados que van a disfrutar de esta expe‐ riencia de meditación con comida en San Francisco. Estamos siempre trabajando y se vienen cosas interesantes. Todo suena muy divertido. Sí, no siem‐ pre es todo divertido, pero la mayoría del tiempo lo es. Si no lo fuera, no valdría la pena. Bueno, pero ven gente contenta al final. Sí, esa es la parte más gratificante. Ver cómo podés prender una chispa en la gente es maravilloso. Las ciudades es‐ tán construidas como “para siempre”, y si se puede generar un cultura de acti‐ vación donde las personas tomen con‐ tacto con lo que las rodea y hacer algo al respecto, es genial. La cantidad de posibilidades de los nuevos medios para transformar el medio ambiente es muy interesante.

Kit Opérette en la Gaîte Lyrique: un juego dinámico e interactivo que invita a convertirse en un personaje icónico de una opereta. La mesa de ping‐pong da lugar al diálogo entre cantantes con cada golpe; un pájaro, dos sombrillas, una falda, un par de alas y un tablero permiten que cada participante adopte un rol distinto mientras baila y canta a lo largo de un recorrido con múltiples propuestas.


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