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INVERSIÓN EN INFRAESTRUCTURA, LAS 3 MEGAOBRAS DE AMLO

Inversión en infraestructura

Las 3 megaobras de AMLO

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En noviembre del año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó el Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestructura, donde se planteó una inversión privada de 859 mil 022 millones de pesos para desarrollar 147 proyectos que integran al Plan Nacional de Infraestructura de su gobierno.

Aquella ocasión, el ahora jefe de gabinete económico de la Cuarta Transformación, Alfonso Romo, destacó que este acuerdo representaba un “primer capítulo”, al referirse que se trata de un programa “viviente” que se alimentará constantemente, aunque lanzaba una advertencia: “no lo tomen como definitivo; este proyecto va a generar muchos empleos, va a mejorar la competitividad del país”.

Una palabra: incertidumbre. A esas alturas, aún no estaba 100 por ciento concretado el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y tampoco se habían confirmado las cifras macroeconómicas del país, mismas que en general se mantienen a la baja, resaltando de entre todas la contracción 0.1 porciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional durante 2019.

Hoy, con estos datos en el horizonte y constantes disminuciones en los pronósticos de crecimiento económico para el país durante 2020, son otros factores los que suman a la falta de certezas en el arranque del gobierno lopezobradorista y que impactan directamente en expectativas tales como el futuro de la inversión, cuya importancia para alcanzar la meta del 2 por ciento anual en el desarrollo del PIB y enfilarse hacia el prometido 4 por ciento al final de sexenio, es fundamental.

Una pregunta es indispensable: En este contexto ¿será capaz la 4T de erradicar la vacilación y apuntalar una palanca de desarrollo tan o más importante que la industria energética a la que tanto empeño le ha puesto el presidente López Obrador?

Los 147 proyectos de inversión

Durante 2020 se tiene prevista la realización de 72 de esos 147 proyectos anunciados en noviembre del año pasado en Palacio Nacional.

El resto, según el recién reelecto presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín, se llevarán a cabo de 2021 a 2024.; 45 se realizará en el centro del país, 49 más al norte, 42 en el sureste y 11 más serán multiregión.

En total, todos representan una inversión de 42 mil 951 millones de dólares (859 mil 022 mdp), los cuales tienen la meta de llegar a una inversión anual en infraestructura del 5 por ciento del PIB… a finales del sexenio, como reveló el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú durante los primeros días de 2020.

Carlos Slim recibiendo el Premio Nacional de Ingeniería de manos del Presidente Andrés Manuel López Obrador .

Sin embargo, dentro del mismo sector empresarial con el que pactó el gobierno federal, hay voces que aconsejan alcanzar dicha meta, pero cada año del mandato de López Obrador, si es que se tienen ambiciones de crecimiento económico del 2 por ciento y enfilarlo al 4 por ciento a final de su administración.

Ese fue el caso de Carlos Slim, de Grupo Carso, quien días antes de la presentación del Acuerdo Nacional, en el marco del Premio Nacional de Ingeniería y ante el propio presidente AMLO quien se lo entregó, aconsejó al Gobierno de México incrementar al menos un 5 por ciento su inversión en infraestructura, además de dar aprovechamiento a las laxas políticas monetarias y el exceso de circulante.

Durante su discurso, el magnate explicó que “el mundo desarrollado ha establecido políticas monetarias muy laxas, muy agresivas, con enormes excesos de liquidez y tasas de interés negativas, disponibles a largo plazo para evitar esta recesión”.

Ahí fue donde Slim hizo evidente la oportunidad de hacerlo, pero “al revés”, es decir a través de la creación de “una gran infraestructura para que haga el desarrollo económico y podamos entrar en una etapa de entrar a la sociedad industrial moderna”.

Uno de los principales ejemplos utilizados por el ingeniero civil fue China, nación que invierte el 12 por ciento de su PIB en infraestructura desde hace al menos una década, superior a la que realizan todos los países de Europa y Estados Unidos; esto se ha traducido en una clase media educada y con poder adquisitivo amplio, cuando en su momento fue un país con gran extensión territorial y acentuado retraso; hoy, esa misma estructura y capacidad de inversión les permite combatir la crisis mundial que la irrupción del coronavirus ha significado.

Justo ahí la importancia de tener inversión en infraestructura sostenida y estable. En el acuerdo de inversión con la iniciativa privada se prevé el gasto de 284 mil millones de pesos en 101 obras de transporte que se espera finalicen en 2024; 42 obras más a desarrollarse durante los siguientes cinco años equivalen a una inversión de 100 mil millones de pesos.

Los riesgos del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas

A principios de febrero, el diario británico Financial Times publicó un artículo en el que advierte que las obras claves del presidente López Obrador se encuentran en riesgo a causa de dos factores: la desaceleración económica de México y el desinterés en la iniciativa privada por parte de su gobierno.

Un caso destacado es el del Tren Maya, el cual afirma no despertó suficiente interés entre los principales inversionistas en infraestructura para las asociaciones público-privadas propuestas, por lo que AMLO tuvo que recular en la propuesta de la obra que costará 7.4 mil millones de dólares, sería financiada en un 90 por ciento por el sector privada y ahora será cubierta por completo por su gobierno.

Otras obras son: la refinería de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, con un costo de 8 mil millones de dólares; el polémico aeropuerto de Santa Lucía de 4.2 mil millones de dólares, así como el Corredor Transístmico con un costo proyectado de 170 millones de dólares; a todo esto se debe considerar la construcción de una red de 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar que costará 530 millones de dólares.

La contracción económica de 2019 es una complicación para las metas del presidente; a esto se suma la falta de un plan o poca capacidad del Estado mexicano para enfilar las inversiones que “podrían terminar siendo proyectos de infraestructura sin valor”, de acuerdo con la profesora

asociada a la Universidad George Mason, Guadalupe CorreaCabrera, en declaraciones concedidas al Financial Times.

Ejemplo de ello es el Tren Maya, que a pesar de que director del Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, ha dicho que será “altamente rentable” a partir de estudios, dicha obra no ha sido recibida así por el sector empresarial, ante las trabas legales que comunidades locales han interpuesto en el arranque del proyecto, ante la presunta destrucción de selvas para su realización.

Respecto a dicho proyecto, Edmundo Gamas, director ejecutivo del Instituto Mexicano de Desarrollo de Infraestructura, dijo al Financial Times que “es difícil entender por qué, por peso gastado, no querríamos usar el dinero para construir hospitales. Es probable que terminemos con un proyecto inútil y costoso. La única pregunta es de qué tamaño será”.

Respecto a Dos Bocas, la principal inhibidora de intervención privada es la duda respecto a la viabilidad de sus metas, siendo la producción de combustibles su principal objetivo, permitiendo así acabar con la dependencia de las gasolinas importadas de Estados Unidos y darle nueva vida a Pemex, una empresa que muchos consideran un lastre económico para México, en contraste con AMLO, quien ve en ella una de sus principales esperanzas de desarrollo nacional, aun a pesar de múltiples previsiones de expertos, quienes afirman que el presupuesto y plazo para echar a andar la refinería a mediados de 2022, no son realistas.

Puerto de Dos Bocas, Tabasco.

Falta transparencia

De acuerdo con una investigación de la unidad de datos del portal Sin Embargo, un 78 por ciento de los contratos para el arranque de las obras de Santa Lucía, el Tren Maya y Dos Bocas no pasó por concurso.

Durante 2019, el gobierno de AMLO invirtió más de 16 mil millones de pesos para arrancar estos tres megaproyectos de infraestructura, de los cuales la mayoría de los 122 contratos otorgados han sido por adjudicación directa, lo cual atenta contra la transparencia y, por supuesto, aumenta el riesgo de inversión.

Según datos del propio Gobierno de México, el aeropuerto de Santa Lucía, el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya van a requerir de una inversión sexenal aproximada de entre 476.2 y 509.5 mil millones de pesos.

Además, los Informes al Congreso de la Unión por parte de la Secretaría de Hacienda afirman que la administración en curso planeó invertir 143 mil 12 millones 121 mil 106 pesos para echar a andar los megaproyectos, pero hasta septiembre de 2019 en varios casos ese dinero no fue devengado.

El resto de los contratos otorgados para estas obras fue dado por invitación restringida, contratos entre públicos y concurso público.

Inversión pública 2019, la más baja en 20 años

El primer año de la Cuarta Transformación no fue precisamente un arranque potenciador en el rubro de la inversión, ya que la realizada por el gobierno federal y sus empresas productivas cerró en 564 mil 468 millones de pesos, equivalentes a apenas el 2 por ciento del PIB, según datos del Informe de las Finanzas Públicas al Cuarto Trimestre de 2019.

El dato genera mayores dudas cuando se toma en cuenta que la caída de la inversión es igual a la más baja hecha en 20 años, en un año que se iniciaron los megaproyectos de esta administración, así como el impulso de caminos rurales y carreteras.

El 2 por ciento del PIB invertido en 2019 es el más bajo desde el 2000, cuando la inversión del gobierno de México fue del 2.9 por ciento, aunque a finales de 2009, la inversión pública comenzó a caer drásticamente, aunque aquel año tuvo niveles del 6 por ciento del Producto Interno Bruto.

Esto quiere decir que la inversión privada es siete veces por encima a la que hizo el sector público, al ser del 19 por ciento del PIB.

Ante esta situación, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ha dicho que esta amplia brecha desde el año 2000, “no es muy diferente respecto a otras economías” del mundo.