Viaje a Londres

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Aquel día cogíamos nuestro vuelo hacia Londres. Lo teníamos todo preparado y nuestros nervios estaban a flor de piel. El viaje desde Coca a Barajas se nos estaba haciendo eterno y ya no se nos ocurrían ideas para entretener el paso del tiempo, aquellas dos horas eran una eternidad para los que viajábamos. Por fin llegamos al aeropuerto con el tiempo suficiente para embarcar con tranquilidad, bueno al menos eso pensábamos nosotros al bajar del autobús pero muy pronto comenzamos a darnos cuenta de que eso no iba a ser así pues con las prisas y los nervios habíamos olvidado el papel donde teníamos apuntado el número de la puerta de embarque de nuestro vuelo y la horade salida de este así que nos tocó mirar uno a uno en todas las pantallas de vuelo hasta que encontramos la información que necesitábamos, ¡ Al fin lo habíamos logrado, íbamos a embarcar nuestros equipajes! Tras embarcar las maletas, decidimos dar una vuelta por el aeropuerto con tan mala suerte que mientras nosotros nos divertíamos viendo los reencuentros y despedidas del resto de pasajeros llegaron las 12:30, momento en el cual sonó el aviso para coger nuestro vuelo y nos toco recorrer todo el aeropuerto en menos de un minuto para no perderle. Por fin cogimos el avión que nos llevaría a conocer la ciudad del Big Ben, levábamos mucho tiempo esperando ese momento y al fin había llegado. Cuando el avión se elevo sentimos una fuerte presión y un pequeño cosquilleo en el estomago pero eso no era nada más que el comienzo de aquella hermosa aventura. Todo nos hacia pensar que estábamos en un sueño porque las vistas desde el avión eran impresionantes, desde allí arriba cada ciudad parecía insignificante, parecía como si pudiésemos caminar por encima de unas nubes de algodón como si se tratase de un sueño fantástico. Tras una larga hora y media, la cual se nos hizo interminable, llegamos por fin a nuestro destino y estábamos ansiosos por conocer la ciudad. Cuando llegamos al aeropuerto y fuimos a recoger las maletas creíamos que estas habían desaparecido porque la cinta tardaba mucho en comenzar a girar con los equipajes de cada una de las personas que habían viajado junto a nuestro grupo, pero al pasar unos minutos por fin aparecieron. Acababa de comenzar nuestra ideal semana en Londres y nosotros estábamos dispuestos a disfrutarla hasta agotar completamente nuestras fuerzas. Cuando llegamos al hotel este no era ninguna maravilla, pero al menos no se nos caía encima y se encontraba en una zona bastante comunicada y accesible por lo que no tendríamos ningún problema a la hora de realizar cada una de las excursiones que teníamos previstas. La tarde de nuestra llegada nuestros cuerpos estaban invadidos por un inmenso cansancio, por lo que decidimos quedarnos en el hotel para reponer nuestras fuerzas y así poder aguantar todo lo que nos esperaba en los días siguientes. A la mañana siguiente madrugamos para que nos diese tiempo a realizar una visita

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general de la ciudad y poder comprobar como era un día corriente entre sus habitantes. Aquel día pudimos observar algunos de los monumentos mas significativos de la ciudad, como por ejemplo el Big Ben, Buckingham Palace, el puente de Londres... los cuales visitaríamos con mas tranquilidad en los días siguientes, ya que esa pequeña visita nos había dejado con ganas de mas y no pensábamos en otra cosa que no fuese que amaneciese el día siguiente para continuar nuestra visita y poder disfrutar más a fondo de los encantos de la capital inglesa. Por fin llego el día deseado y no habíamos podido pegar ojo en toda la noche entre las ganas de conocer más y la juerga que habíamos tenido hasta el amanecer en la minifiesta que improvisamos y a la cual no tardaron en unírsenos un grupo de italianos con ganas de fiesta y con los cuales acabaríamos entendiéndonos de maravilla y compartiendo con ellos algunos de los mejores momentos del viaje. Nuestra visita comenzó con un paseo, durante el cual pudimos observar el puente de Londres, que se levantaba de vez en cuando para dejar paso a los barcos mas lustrosos, además desde aquel lugar se podía ver el río Támesis mucho mejor que en cualquiera de las fotos que habíamos visto anteriormente, ya que ahora podíamos sentir su humedad y una agradable tranquilidad que nos invadió completamente, en aquella misma zona también pudimos observar otra de las construcciones que en los últimos años se ha convertido en una de las más representativas de Londres, el “London Eye” o el “ojo de 2


Londres”, una noria situada a las orillas del Támesis que fue construida como recuerdo del inicio del último siglo y desde la cual pudimos ver la vista de la ciudad más impresionante jamás soñada. Tras aquella visita a los alrededores del Támesis fuimos andando hasta Trafalgar Square, plaza que fue construida para conmemorar la victoria inglesa en la batalla naval transcurrida en aguas españolas y pudimos comprobar la inmensidad de esta, y casi sin darnos apenas cuenta se nos había pasado el día entre fotografías y miradas atónitas hacia los monumentos de la ciudad y a la inmensidad de personas que recorrían sus calles perdidos en sus pensamientos u ojeando con gran interés los enormes periódicos o sus agendas en las cuales suponemos que se archivaba todas sus ajetreadas vidas. Esa noche, al igual que la anterior, la pasamos despiertos, comentando lo maravillosa que nos había parecido la pequeña parte de la ciudad que habíamos visitado hasta entonces y divirtiéndonos escuchando música y montándonos nuestra propia fiesta ya que los profesores no nos habían permitido salir a la calle y conocer como era la noche londinense. Llegó la mañana siguiente y nos disponíamos a abandonar el hotel para continuar con la visita cuando uno de los recepcionistas del hotel, cogiendo a uno de los componentes de nuestro grupo y a otro del de los italianos, nos amenazó con obligarnos a realizar una visita al despacho del gerente del hotel si continuába mos con las que ya se habían convertido 3


en famosas fiestas. Tras esta pequeña llamada de atención del recepcionista, de la cual gracias a Dios ni nuestros profesores ni los de los italianos se enteraron, salimos del hotel para continuar con la visita, ese día visitaríamos la zona de Londres conocida como la City en la que se encuentran algunos de los edificios más significativos de la ciudad como la catedral de San Pablo, situada en el extremo occidental de esta, o la Torre de Londres (una fortaleza normanda construida en el siglo XI por Guillermo I el Conquistador para defender sus recién adquiridos territorios) que se ubica al sureste de la City, junto a sus límites. Cuando llegamos a esta creíamos que estábamos viviendo un sueño, era enorme y realmente hermosa, además la visita a su interior llamaba gratamente nuestro interés, nos moríamos de ganas por conocer como era el interior de la que hacía siglos había sido la prisión más importante de la ciudad y de la cual habían sido prisioneros personajes tan importantes como Ana Bolena, Catalina Howard , Juana Grey o el segundo conde de Essex, Robert Devereux, quien permaneció en ella antes de su ejecución por traición en 1601 y el cual da nombre a una de las torres, la Torre Devereux ya que este fue su más famoso prisionero, esta torre además es el mismo sitio donde el duque de Clarence, Jorge Plantagenet, fue supuestamente ahogado en una barrica de vino en 1478. Otra de sus torres, la Torre Wakefield, situada en la muralla sur, fue donde se encontró asesinado a Enrique VI en el año 1471, todo esto junto a la supuesta existencia de un fantasma en su interior, como nos habían contado en el hotel, hacían mucho más interesante la visita, la verdad es que todos quedamos impresionados con el esplendor de la fortaleza al igual que nos ocurrió al visitar la catedral de San Pablo que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad de Londres y es uno de los templos empleados para las celebraciones solemnes de la corona inglesa, y allí descansan los restos del duque de Wellington y de Horatio Nelson. Otros de los edificios que pudimos visitar fueron Whitehall, el edificio del Parlamento (llamado oficialmente Palacio de Westminster), el Saint James's Palace, residencia del Príncipe de Gales, y el Buckingham Palace (residencia de la reina en Londres) de los uales solo pudimos ver su exterior. Aquel día los profesores nos permitieron dar una vuelta por la ciudad antes de volver al hotel, así que al anochecer 4


fuimos a ver el Big Ben, ya que unos señores de la ciudad nos habían dicho en inglés y muy amablemente, que cuando mejor se observaba era cuando el sol se escondía y las luces de la noche aparecían. Tenían muchísima razón, porque el reloj brillaba, haciendo que nuestros ojos no quisieran mirar a otro lado que no fueran sus enormes y doradas agujas, como si una fuerza extraña quisiera hipnotizarnos, para que no abandonásemos jamás aquel lugar, pasados unos minutos el tic tac empezó a sonar avisándonos de que eran las diez y debíamos regresar al hotel para poder prepararnos y elegir los modelitos que nos pondríamos para salir de fiesta por la ciudad, mientras tanto la gente pasaba a nuestro alrededor sin cesar. Justo cuando emprendimos nuestro camino por las calles de la ciudad en dirección al hotel oímos un ruido, como un grito que procedía de uno de los callejones que había en la zona, fuimos corriendo y vimos que unos tipos con pinta de ladrones estaban asaltando a un joven, intentamos parar a los bandidos, pero estos nos amenazaron con unas navajas cuando intentamos impedirles el paso así que nos apartamos y estos se marcharon como alma que lleva el diablo con todos los objetos de valor del joven al que ayudamos a reponerse y acompañamos hasta el lugar donde se encontraba el policía mas cercano. Ya de regreso al hotel cada uno subió a su habitación a ducharse y prepararse para conocer lo que era una noche londinense. Tras algo más de una hora todos bajamos al hall del hotel con nuestras mejores galas con la intención de conquistar la ciudad y comernos sus calles. La noche fue impresionante visitamos un par de discotecas, bailamos, cantamos y disfrutamos como locos sin darnos cuenta de que el tiempo corría en nuestra contra y que aquel maravilloso viaje estaba llegando a su fin y cada vez se acercaba más rápidamente el momento de la despedidas. A las seis y media de la madrugada todos estábamos a la puerta de la discoteca tal y como habíamos acordado con los profesores y tras el recuento para comprobar que estábamos todos (unos mejor que otros) nos dispusimos para volver al hotel donde, con más precaución que en las noches anteriores, continuaríamos la fiesta por nuestra cuenta. A la mañana siguiente casi no podíamos con nuestro alma tras la fiesta del día anterior pero sacamos fuerzas de donde pudimos porque por nada del mundo íbamos a desaprovechar el tiempo que nos quedaba antes de regresar a casa, así que nos 5


duchamos, nos vestimos y salimos de aquel lugar para disfrutar a tope del día, ya que era el último que íbamos a dedicar para visitar a fondo la ciudad, aquel día visitamos Picadilly Street, lugar famoso por las numerosas apariciones en el cine y la televisión de sus famosos carteles publicitarios de Sanyo y Coca Cola entre otras marcas, también pasamos por las puertas del hotel Rizt donde soñábamos, sobre todo las chicas, con que saliera algún famoso en aquel preciso momento, pero eso no fue así, pero al menos tuvimos la suerte de ver el cambio de guardia y el desfile de la guardia real con sus característicos trajes lo que aprovechamos para hacernos fotos junto a ellos. Ese día también lo dedicamos para visitar museos como el Museo Británico, El Museo de Cera y la National Garelly. Cuando regresamos al hotel comenzamos a preparar las maletas pues el siguiente día lo dedicaríamos en exclusiva para comprar recuerdos y cosas en la ciudad por la mañana y el resto del día para terminar los preparativos para nuestro regreso, aquella noche la dedicamos para despedirnos de todas las personas a las que habíamos conocido durante esos días y a las que probablemente jamás volveríamos a ver. A la mañana siguiente todos madrugamos para acabar de hacer las maletas y salir hacia el aeropuerto para coger el vuelo que nos llevaría de regreso a nuestras casas, durante el camino del hotel al aeropuerto no paramos de hablar sobre las impresiones que nos llevábamos de la ciudad. Una vez en el aeropuerto esperamos que llegara la hora de embarcar haciéndonos fotos hasta que por fin se escucho la llamada de nuestro vuelo y nos dirigimos hacia la puerta de embarque y mientras, de vez en cuando, volvíamos nuestra mirada hacía atrás dándonos cuenta de todo lo que dejábamos. Una vez en el avión apenas hablamos, pues estábamos agotados después de todo lo que habíamos pasado durante esos fantásticos cinco días. Pasada una hora y media llegamos al aeropuerto y tras coger nuestros equipajes tomamos el autobús que nos llevaría de nuevo a nuestras casas dando así por finalizado nuestro “fantástico” viaje a Londres pues todo esto no se trata de otra cosa más que del producto de nuestra imaginación y del trabajo del programa Photosoft con el cual hemos realizado los montajes fotográficos que aparecen a lo largo de todo el texto.

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