Grecia

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AYER Y HOY DE GRECIA


ÍNDICE I. Descripción Gráfica

• Grecia en la antigüedad • Grecia actual II. Principales Monumentos • Atenas: La Acrópolis • Delfos • Micenas

III. Bibliografía


I. DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA •Grecia Antigua Grecia en la antigüedad no era un país políticamente unido ni geográficamente diferenciado por unas fronteras determinadas. Desde los inicios del primer milenio a.C. había griegos instalados en diferentes lugares de la cuenca mediterránea, desde las costas del mar Negro hasta el sur de la península Itálica. No se trataba de ningún imperio colonial dirigido desde una metrópoli central. Las ciudades del viejo continente como Corinto, Esparta o Atenas tenían la misma importancia que Éfeso, Mileto o Halicarnaso, situadas en las costas de Asia Menor, o que Siracusa y Acragante en la isla de Sicilia. Todos eran igualmente griegos con independencia del lugar en que se hubiesen instalado. Las ciudades griegas compartían señas de identidad como la lengua, la religión y las costumbres a pesar de las diferencias locales entre unos lugares y otros. Los objetos y las ideas viajaban así por todo el Mediterráneo, convirtiendo este mar en el escenario principal de toda la historia antigua

•Grecia Actual La Grecia actual posee menos territorio: la parte de Asia Menor pertenece en la actualidad a Turquía, lo mismo que la zona norte peninsular que pertenece a Macedonia. Por su puesto ya no posee las colonias de la época antigua aunque conserva todas las islas del Egeo y las islas del jónico que tenia en la antigüedad. Como curiosidad hay que destacar que incluso su geografía ha cambiado por efecto del hombre puesto que ya no existe el istmo de corinto que ahora atraviesa un canal.


Grecia antigua


Grecia actual


II. PRINCIPALES MONUMENTOS • Atenas: La Acrópolis La Acrópolis de Atenas es una acrópolis, es decir, una colina fortificada. El estudioso conoce este dato, pero está acostumbrado a ver su planta desde un punto de vista cenital, desde arriba. Por eso, una vez allí, lo primero que sorprende al viajero es comprobar la evidencia: que la Acrópolis está "allá arriba". La historia de este emplazamiento es emblemática. En época micénica la cumbre de la colina albergó el palacio del rey, sus dependencias administrativas y algún modesto lugar de culto, todo ello rodeado por una muralla. En el tránsito por la edad oscura, la mayor parte de Grecia sustituye la monarquía por un régimen aristocrático, y en Atenas la acrópolis cambia de función: pasa a ser un lugar público, noble también, pero con funciones exclusivamente religiosas. En el año 480, durante la Segunda Guerra Médica, los persas devastaron la acrópolis de Atenas. En su Historia de la Guerra del Peloponeso cuenta Tucídides que, tras la marcha de los persas, los atenienses reconstruyeron a toda prisa los muros de la acrópolis. Para ello utilizaron los materiales que tenían más a mano. Aún hoy, en los paños de la muralla, se pueden ver estos restos de un friso inacabado, que iba a formar parte de un templo dedicado a Atenea y cuya construcción se abandonó debido a las urgencias bélicas. En su lugar, años más tarde, los atenienses erigieron el actual Partenón.


•Actualmente Sistemáticamente la fealdad de Atenas decepciona al viajero no avisado, que espera encontrar en ella una nueva Roma, otra Pompeya. Las razones para la fealdad son muchas, pero una es definitiva. La Atenas clásica alcanzó a tener unos 125.000 habitantes y su extensión no sobrepasaba en mucho las faldas de la Acrópolis. Sus ciudadanos vivían en casas de madera y adobe y ejercían su dominio únicamente sobre unas cuantas islas y ciudades costeras del Egeo. Su esplendor, innegable desde el punto de vista cultural, fue relativo desde otros puntos de vista. Más tarde las dominaciones romana, bizantina y turca impidieron el desarrollo de la ciudad y de Grecia en su conjunto. En 1829, año de la independencia de Grecia, Atenas tenía solamente 50.000 habitantes. Hoy, ciento cincuenta años después, son casi tres millones y hay que recorrer 35 km. para cruzar la ciudad de un extremo al otro. Los efectos de un urbanismo lógicamente desquiciado se pueden adivinar en estas fotografías.

Delfos

Emplazado en un agreste paraje del golfo de Corinto, en la Grecia central, Delfos muestra las ruinas del que en su día fue el oráculo más famoso del mundo. A 600 metros de altura respecto al nivel del mar, el lugar estuvo consagrado inicialmente a la diosa de la tierra, Gea. Zeus soltó dos águilas desde los extremos de la tierra y ambas se cruzaron en Delfos, señalando el centro del mundo. Allí fue situada una piedra conocida como el onfalos ("el ombligo"). Otra leyenda afirma que su hijo Apolo mató en el lugar a una monstruosa serpiente llamada Pitón y asentó su oráculo en el lugar que ocupaba el de Gea, utilizando a una sacerdotisa


llamada Pitonisa, como médium para responder a los visitantes. En un principio la pitonisa era una joven sacerdotisa virgen, pero cuando una de ellas fue raptada y violada se decidió utilizar a mujeres de más de cincuenta años. Llegaron a ser necesarias tres, que se turnaban para responder las preguntas. Existen dos explicaciones para explicar el funcionamiento del oráculo. Una afirma que la pitonisa entraba en trance masticando hojas de laurel. Otra, la más aceptada, que se reclinaba sobre un trípode colgado en el abismo de una grieta sagrada de la que emanaban vapores tóxicos. Por influencia suya emitía sonidos y palabras incoherentes que los sacerdotes interpretaban como respuestas de Apolo.

Peregrinos de toda Grecia e incluso extranjeros se acercaban al oráculo caminando desde Atenas o en barco hasta el puerto llamado Itea en la actualidad. Llegados al magnífico templo de Apolo ascendiendo el Monte Parnaso por la Via Sacra, se purificaban en las aguas de la fuente de Castalia. Entonces salpicaban una cabra con agua fría y si temblaba con todo el cuerpo era sacrificada y el peregrino autorizado a hacer su pregunta. Luego pagaba su tarifa y esperaba a ser atendido. La pitonisa recibía la pregunta escrita en una tablilla y entraba en trance para responderla. Un sacerdote interpretaba los balbuceos y la escribía en verso entregándosela al peregrino. Las respuestas solían ser más consejos que verdaderas predicciones, y eran tan famosas por su ambigüedad como por sus aciertos, que no sólo elevaron a Delfos a la consideración del oráculo más fiable, sino que lo hicieron mantenerse en este lugar durante varios cientos de años. El espartano Phalantos consultó al oráculo sobre la expedición colonizadora de Italia que iba a comenzar, y recibió como respuesta que tomaría Tarento


tan pronto como sintiera caer la lluvia de un cielo claro. El conquistador comprendió el oráculo cuando sintió en su cuello las lágrimas de su mujer Aithra (que significa "cielo claro"). A Nerón le advirtió que desconfiara del año 73, pero no se refería a su propia edad sino a la de Galba, sucesor suyo, que por entonces tenía esa edad. Pero no todo eran imprecisiones. El escéptico Creso, rey de Lidia, quiso asegurarse de la fiabilidad del oráculo antes de confiar en él, y así envió emisarios a varios oráculos para preguntarles en el mismo momento qué estaba haciendo el rey. Sólo Delfos acertó en la respuesta: hirviendo una tortuga y un cordero en un caldero de cobre. Creso recompensó al oráculo con valiosos regalos y se atrevió a una pregunta crucial: ¿qué sucedería si atacaba a los persas?. La respuesta fue que destruiría un gran imperio. Pero ese imperio fue el de Creso. Independizado en el 589 a.C. se vio afectado por las rivalidades entre las grandes ciudades y por dos guerras santas que sirvieron para saquearlo. La politización del oráculo, que protagonizó su actividad en los últimos siglos antes de nuestra era, le restó credibilidad y comenzó su decadencia. En el siglo II a.C. fue conquistado por Roma, y Nerón saqueó en torno al 60 d.C. más de 500 estatuas del oráculo. También Sila y los emperadores cristianos contribuyeron con sus expolios a acelerar el ocaso del lugar. Fue oficialmente clausurado por Teodosio hacia 385, pero algunos años antes el propio oráculo había dejado clara su situación ante una consulta del emperador Juliano: "Dile al rey esto: el templo glorioso ha caído en ruinas; Apolo ya no tiene techo sobre su cabeza; las hojas de los laureles están silenciosas, las fuentes y arroyos proféticos están muertos."

• Micenas Al poco de franquear la Puerta de los Leones, que da entrada a la ciudadela de Micenas, aparece a la derecha el llamado Círculo de Tumbas. Bajo un


montículo se descubrieron 19 cadáveres con ricos ajuares, que incluían máscaras de oro y joyas de marfil, oro y plata, todo ello perteneciente al siglo XVI a.C. En torno al montículo los habitantes posteriores de la ciudadela micénica habían construido un doble círculo de lajas verticales, para resaltar el carácter sagrado del lugar y tal vez protegerse de su influencia. La riqueza de los hallazgos confirma el epíteto que Homero aplica siglos después a la ciudad: "Micenas, la rica en oro". Frente a la entrada a la ciudad una gran escalinata conduce a la cima de la colina en la que se halla el palacio del rey de Micenas, papel que en los poemas homéricos desempeña Agamenón, el "pastor de hombres".

Más allá del Círculo de Tumbas se encuentran unas dependencias cuyas función no está claramente establecida. Desde toda la ciudadela se puede ver el mar, más concretamente la bahía de Nafplio, que dista unos 13 km. de Micenas, y el emplazamiento de la ciudad de Argos, que dominará la región en época clásica. Al norte de la ciudadela una estrecha galería se hunde en la tierra, atraviesa la muralla y lleva hasta un depósito de agua subterráneo, que aseguraba el abastecimiento de agua a la ciudadela en caso de asedio.


III.. BLIBLIOGRAFÍA La información de este trabajo la he encontrado en varias páginas webs: • www.peplipo.pompilos.org • www.lector.net Libro de cultura clásica de J. Gómez Espelosín editorial SM


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