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Nuestro objetivo es liderar el sector del compostaje y, en última instancia, fabricar los equipos aquí

otros mercados, que vieron el gran potencial de la tecnología japonesa COMPO.

Nuestra filosofía se resumiría en seguridad, calidad y compromiso. La seguridad es lo primero para nosotros, por eso garantizamos que nuestras máquinas cumplan todas las directivas europeas a rajatabla. En cuanto a la calidad, los equipos están diseñados y fabricados para una vida útil superior a 30 años. Por último, estamos muy comprometidos con nuestro trabajo, nuestros clientes y, por supuesto, con el medio ambiente.

Smart Compo trabaja para la valorización de residuos orgánicos, recursos valiosísimos que todavía se ven como un problema más que como una materia prima o una oportunidad, aunque está cambiando poco a poco. Uno de nuestros principales objetivos es impulsar ese cambio. Como empresa, nuestro objetivo es liderar el sector del compostaje y, en última instancia, fabricar los equipos aquí. Los sectores a los que nos dirigimos son tan diversos como lo son los diferentes residuos orgánicos: deyecciones ganaderas, lodos de depuradora, residuo orgánico urbano, … Y lo podemos hacer gracias a la gran versatilidad de los equipos que ofrecemos.

¿Qué hitos destacaría de vuestra trayectoria?

Como hito principal destacaría la instalación del primer equipo en España, que demostró su gran capacidad de tratamiento de residuos, su sencillez de operación, la gran calidad del equipo y superó las expectativas de rendimiento previstas. A partir de ahí, hemos ido añadiendo algunas mejoras, por lo que el producto que ofrecemos actualmente es de mayor calidad. Por lo demás, los hitos están por llegar, dado que todavía queda mucho por avanzar en la valorización de los residuos orgánicos. Últimamente están surgiendo muchas oportunidades que esperamos resulten en proyectos reales.

¿Cómo se ha comportado el negocio de Smart Compo en los últimos tiempos?

El sector del residuo tiene sus complicaciones y avanza- mos de forma lenta, pero segura. La tecnología presenta diferencias sustanciales respecto a sistemas de compostaje digamos convencionales, donde el residuo tiene que mezclarse con grandes cantidades de estructurante, etc. Por tanto, aunque la tecnología lleve 45 años en el mercado y haya más de 3.800 instalaciones en marcha tratando todo tipo de residuo orgánico con gran éxito, aquí está costando “convencer” de que los equipos funcionan y además ofrecen grandes ventajas. Me atrevería a decir que el sector muestra gran desconfianza porque ha habido muchos engaños anteriormente.

¿Qué soluciones están impulsando el negocio de la compañía? ¿Cuál es la estrategia de cara a los próximos años?

Hasta hace poco nos hemos centrado únicamente en el sector ganadero, ofreciendo una solución para la transformación del estiércol en fertilizante orgánico.