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HISTORIAS DE OVIEDO Un niño del barrio con la camiseta del Real Oviedo en el potrero donde en ocasiones les permiten entrenar

casi homólogo asturiano para poder lucir sus camisetas azules y poder rebautizarse como el Real Oviedo. Entusiasmo no les falta. Hoy, en las calles del barrio de Oviedo apenas quedan un puñado de aquellas casas intactas. Esas familias fueron creciendo y con ellas su vivienda. Hoy son más de 800 vecinos. Muchas casas han doblado la altura y han dividido sus huertos para que sus hijos construyeran sus hogares o vendido una parte para la venta a nuevos vecinos. Algunos aún trabajan en la empresa azucarera al igual que lo hicieron sus padres, y la gran mayoría ya no como corteros de caña como sus antecesores, sino trabajando como mandos intermedios gracias a sus estudios en el Centro de Formación Integral Providencia, construido por José Pérez junto con obreros y la colaboración del propio ingenio azucarero, justo enfrente del Oviedo colombiano. El centro educacional surge hace ahora 55 años, cuando se dio cuenta de que el verdadero problema en el Valle del Cauca y en el resto de países latinos era: la falta de educación. Un cortero le dijo un día “Padre Pérez, no se preocupe por nosotros porque ya no hay remedio, mire si puede por nuestros hijos que no corran la misma perra suerte”. Los primeros beneficiarios del centro fueron esos hijos de los trabajadores de la azucarera, hoy trabajan con casi 4.000 niños de todo el Valle y el sistema del centro, del que dicen ser el mejor en formación de líderes de desarrollo social y humano de Latinoamérica, ha sido implantado con gran éxito en países como Perú y Ecuador. El gobierno le condecoró por este trabajo educativo con la medalla Camilo Torre. Al jubilarse, regresa a España, pero sigue con el alma inquieta, necesita trabajar más por la infancia colombiana y funda Padrinos Asturianos. Una ONG con sede en la capital asturiana y cuyo objetivo es apadrinar al mayor número posible de niños desamparados manteniéndoles un seguimiento y compromiso hasta reinsertarlos en la sociedad. Para ello cuentan con la Fundación Padrinos Asturianos en Cali, con un gran grupo de voluntarios que realizan los trabajos necesarios con las instituciones colaboradoras y las familias de los pequeños. En un documental filmado hace 4 años gracias a la Consejería de Bienestar Social y Vivienda y a la Agencia Asturiana de Cooperación, Pérez visita a alguno de los casi 1.000 niños de entre los 5 y los 18 años de escasos recursos que la ONG tiene apadrinados en Colombia, atendidos debido al peligro que corren por causa de la drogadicción, el pandillaje, sicariato y

“La drogadicción, el pandillaje y el sicariato son algunos de los peligros que corren cada día los niños en Colombia” diversas manifestaciones delictivas a las cuales se ven enfrentados. En el entorno suele haber, además, un alto índice de mortalidad de jóvenes entre los 12 y los 25 años, comercio de armas, desempleo, analfabetismo, violencia familiar, prostitución y falta de condiciones adecuadas de vivienda. Trabajo que se realiza codo con codo con instituciones colaboradoras de Padrinos Asturianos como Manos Providentes, Funhimad, Formemos... en barrios denominados “calientes” como Siloé, El Retiro en Aguablanca, Terrón Colorado o el Jarillón. La mayoría de estos barrios son llamados “invasiones”: asentamientos originados a lo largo de los años por la llegada al extrarradio de la ciudad de gente que busca una oportunidad en la gran ciudad o desplazados por el conflicto armado. Son las zonas más pobres y necesitadas de la ciudad, y los padres que pueden trabajar son los llamados informales, que suelen ser vendedores ambulantes o recicladores de basura, que implica dejar solos a sus hijos…

El Padre Pérez descubrió en uno de sus continuos viajes a su Oviedo colombiano que a poco más de un kilómetro de su querido barrio, justo en la ladera del río Amaime surgió, como por generación espontánea, un nuevo barrio de desplazados en el que viven en condiciones lamentables un número indefinido de familias: Techo Azul, por el color de los plásticos que hacen de techumbres y que llenan sus casas de ese color. Una zona donde con las crecidas del río en el invierno arrastra la tierra e inunda el campamento destruyendo lo poco que les quedaba a muchas de estas familias. En la actualidad es aquí donde su fundación realiza su mayor esfuerzo en apadrinar a la mayor cantidad posible de niños que deambulan por sus inmundas callejuelas con hambre y sin escuela para que puedan tener al menos una oportunidad.

ÁLVARO FUENTE, ES UN FOTOPERIODISTA ASTURIANO MIEMBRO DE LA ASOCIACIÓN DE FOTOPERIODISTAS ASTURIANOS (APFA). ACTUALMENTE TRABAJA PARA DIVERSAS AGENCIAS FOTOGRÁFICAS, INSTITUCIONES Y ONGS.

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