Revista EXACTAmente 57

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Haruko Obokata, fue la primera autora de dos trabajos publicados en la revista Nature en 2014 , donde demostraba la conversión de células de ratón a un estadio similar al embrionario simplemente aplicando un estrés. En junio, luego de que la comunidad científica descubriera fallas en los trabajos tuvo que retractarse.

Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos–, concluyó que el 40% de los artículos retractados se atribuía a un error honesto o hallazgos no replicables, el 28% a la mala conducta, el 17% a publicaciones redundantes, y el 15% a otras causas. Las razones para retractar un artículo no son un detalle menor. Mientras que la mala conducta científica es un delito, los errores son humanos e imposibles de evitar. El reconocido investigador argentino y editor de la revista Science, Alberto Kornblihtt, dice al respecto que no se debe confundir un fraude científico con una retractación debida a un error experimental. Y aclara que las retractaciones causadas por equivocaciones honestas son una herramienta esencial para la corrección de la literatura y el mantenimiento de la confianza en el proceso científico. Un estudio de los doctores Ferric Fand, Arturo Casadevall y Richard Morrison, publicado en la revista “Infection and Inmunity” en el 2012, muestra que la retractación de manuscritos ocurre cada vez con mayor frecuencia, aunque no se puede determinar si es un resultado del incremento de la mala conducta o el simple aumento de la producción

científica y de la detección debido al mayor control. Al aumentar la producción científica, se incrementan los trabajos publicados y es esperable que aparezcan más casos fraudulentos. Las preocupaciones aparecen a raíz de los últimos casos de fraude científico. Kornblihtt, desde su laboratorio en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, explica: “Cualquier científico profesional sabría cómo generar fácilmente una publicación fraudulenta en las mejores revistas de su especialidad. Bastaría con inventar cifras cuyas mediciones nunca fueron hechas, trucar fotografías en la computadora, o simplemente usar fotos reales y ponerles un epígrafe incorrecto. Trazar curvas uniendo puntos que no existen o describir experimentos que nunca fueron realizados”. Asimismo, Kornblihtt cuenta que los referís y editores de las revistas científicas toman por ciertos los resultados presentados por los autores. No existe un punto de control que chequee la veracidad de los resultados ni tampoco su reproducibilidad. Lo que los referís tienen en cuenta a la hora de aceptar o rechazar un trabajo es si los resultados sustentan las conclusiones. Para

los referatos es clave que “las conclusiones sean novedosas y el trabajo represente un avance conceptual o un incremento cuantitativo en el conocimiento”, asegura Kornblihtt, quien también es investigador superior del CONICET y profesor titular plenario del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de Exactas-UBA. Sin embargo, la mentira tiene patas cortas y, a diferencia de otros campos, la ciencia tiene sus mecanismos de autocontrol. Tarde o temprano la verdad surge. “Uno de los pilares de la ciencia –dice Kornblihtt– es su reproducibilidad. Si algo es cierto, debe poder ser reproducido por otros experimentadores. Cuando esto no ocurre, se abre la puerta, primero a la sospecha y luego al escándalo”. Los errores de buena fe son inevitables, los científicos también son humanos y pueden cometer equivocaciones. Pero el fraude no es un error. “Los científicos tenemos una responsabilidad social muy grande y no podemos hacernos los distraídos. La sociedad deposita en nosotros confianza y provee fondos para nuestro trabajo. El éxito personal sólo es compatible con la honestidad intelectual. Cualquier otra cosa es traición a la sociedad”, concluye Korblihtt.

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