Revista EXACTAmente 57

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Iván Sánchez/flickr modificada para EXm

en territorio argentino en forma de loess o sedimento; la región chaco-pampeana, el noreste y el Chaco son las áreas más afectadas. El Litoral está dividido. “En la mitad este no hay, y en la mitad oeste hay mucho. Esto quiere decir que en algunos momentos del Cuaternario reciente hubo como un lavado de las cenizas volcánicas y se llevó parte del arsénico. Otra parte ha quedado en la tierra y va a ser incorporado al agua”, describe. Al alcanzar las napas, este elemento pasa a ser un problema aquí y en otros lugares del planeta, como destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS): “El arsénico inorgánico está naturalmente presente en altos niveles en las aguas subterráneas de diversos países, entre ellos la Argentina, Bangladesh, Chile, China, India, México y Estados Unidos”.

HACRE en la mira Hacia el año 1500, el médico y alquimista conocido como Paracelso buscaba

hallar cura a distintas enfermedades empleando arsénico, una de las diez sustancias químicas que hoy la OMS considera más preocupantes para la salud pública. En la Argentina, al principio se la conoció como la “Enfermedad de Bell Ville”, porque en esa ciudad cordobesa se detectaron casos que tuvieron repercusión mundial. El nombre duró hasta 1913, cuando el doctor Mario Goyenechea relacionó las patologías observadas con enfermedades producidas por el consumo de agua con arsénico. Recién en 1951, se la denominó HACRE. ¿Los principales síntomas? “El HACRE es muy florido”, responde Scarlato. “Esta enfermedad se presenta muchas veces a través de la piel. Una de las primeras alteraciones es en su hidratación, en la sudoración de manos y pies. Otro estadío se caracteriza por manchas más oscuras y otras más claras, llamadas “manchas en huevo de paloma”. Asimismo, presenta lesiones hiperqueratósicas (callosidades) que, en

algunos casos, se malignizan. “No sólo puede provocar el desarrollo de cánceres de piel sino de otros órganos. Se han descubierto poblaciones que pueden tener otro tipo de problemas, tales como presión arterial, trastornos hormonales o vasculares. No hay unicidad de síntomas”, subraya. Resulta un verdadero desafío la variedad de señales que puede brindar. Además, no es fácil asociarla como la responsable de muchos de estos malestares. “Desde el consumo hasta el desarrollo de la enfermedad pueden pasar varios años o décadas. Esto es un gran contratiempo para establecer el nexo causal”, destaca Scarlato. También puede prestarse a confusión a la hora de realizar el diagnóstico temprano. Por ejemplo, una persona que hace trabajos rurales y comienza con callos en sus manos, lo más probable es que no vaya a ningún especialista o, si lo hace, el facultativo suponga que se debe a su ruda tarea. “Aquel que no está avezado y no piensa en esta patología puede llegar a no establecer la relación”, observa Scarlato.

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