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En busca de la situación real del consumo en España

Después de cerrar el primer trimestre del año, queremos lanzar una pregunta: ¿Ojos que no ven, bolsillo que no se resiente? Porque esa es la idea que subyace con un simple vistazo del estado de las cosas en nuestro país.

Si no entramos en la parte más técnica de los datos de consumo, si analizamos simplemente lo que se observa en cada ciudad, en cada zona de ocio, en el consumo que se practica, una inmensa mayoría coincidirá en que los alojamientos hosteleros vienen con el cartel de “completo” o que la reserva es más obligatoria que nunca en más restaurantes que nunca.

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Se compra y se sale, se sale y se compra. Aceptando que quizá sea una opinión equivocada, fruto de una visión sesgada de la realidad, estamos completamente seguros de que muchos de nuestros lectores la compartirán.

Ahora bien: ¿cómo casa esto con el hecho de que la mitad de los españoles considere que su economía doméstica ha empeorado en el último año? Según una encuesta de la consultora Simple Lógica, el 48% de los ciudadanos españoles está convencido de que la situación económica de su hogar ha empeorado en el último año, un 46% cree que no va a variar en el próximo año y un 29% tiene peores expectativas para 2023.

Ni hay una única respuesta ni seguramente tampoco hay una válida. La economía española, al igual que la global, afronta desde 2020 los mayores bandazos y desafíos con una inesperada inflación galopante, subidas abruptas de tipos, desglobalización, transición energética y un PIB que se sigue frenando en la eurozona.

Y al mismo tiempo, el consumo privado mantiene el empuje en España. Según las proyecciones de la OCDE, nuestro país impulsará su recuperación económica a través del consumo privado, que aumentará un 1,3% en 2023 y un 1,4% en 2024. Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el país incrementará el consumo a mayor ritmo que otras economías avanzadas de la región como Alemania, Francia, Italia o Suiza, pese a que España es el tercer país de la OCDE que ha registrado un mayor descenso de los ingresos en los hogares en 2022.

Es ese dato en el que debemos poner el foco. ¿Tiene sentido el auge del consumo privado al nivel que estamos viendo teniendo en cuenta la pérdida de poder adquisitivo y capacidad de ahorro? ¿Ante qué situación estamos exactamente? Como venimos recalcando desde hace ya casi tres años: incertidumbre e incredulidad con picos de optimismo y ligeras dosis de desconfianza.

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