La Jornada Maya · lunes 28 de enero de 2019

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CULTURA

LA JORNADA DE ENMEDIO 2 de enero de 2019

En la imagen el fotógrafo debe estar presente: Antonio Turok El fotoperiodista presentó su libro La fiesta y la rebelión en la Casa Refugio Citlaltépetl ÁNGEL VARGAS

Entre los fotógrafos de antaño existe una especie de luto, consideró ayer Antonio Turok en la presentación de su libro La fiesta y la rebelión, en la Casa Refugio Citlaltépetl. “Porque quisiéramos vivir en el pasado, con el auge de Life Magazine o el libro La Familia del Hombre, de Edward Steichen, uno de los primeros fotógrafos de moda, de Vogue”, explicó. Según el reconocido fotógrafo y documentalista mexicano, antes prevalecía otro tipo de preocupación por esa disciplina artística. “A lo mejor pensando en filósofos como Marshall McLuhan o Walter Benjamin que planteaban que la fotografía no puede sostenerse por sí sola, sino que debía tener un mensaje más allá del simple clic, se proponía un lugar importante de ella en nuestra capacidad de entender el mundo y también en el mundo del arte, pero no sé por qué esto nunca llegó a ser reconocido”, explicó. Acompañado por su colega Javier Hinojosa y el periodista y poeta

Hermann Bellinghausen, Antonio Turok aseguró que la fotografía tiene cada vez menos lectores. Es una expresión, dijo, que requiere “de paciencia para adentrarse a ver lo que está sucediendo y si no se hace, si no se observa, no hay manera de que cuente una historia. Una pintura no tiene esa virtud; es más sensual, puedes dejar que la imaginación se vaya. En la foto, al menos la que me gusta, que es la directa, no la construida, tú debes estar presente”. El autor recordó que este nuevo libro, publicado por ediciones Era, tuvo su origen en una exposición de su trabajo presentada en 2017 en el Museo Archivo de la Fotografía, en Ciudad de México, en la que exhibió 240 imágenes. Más que hacer un catálogo, determinó hacer una selección de ese material retrospectivo e invitar a poetas, narradores y periodistas a hacer un escrito alusivo. De tal manera, el volumen cuenta con textos de Juan Villoro, los poetas Coral Bracho, David Huerta y Eduardo Vázquez Martín, así como las periodistas Blanche Petrich y María Cortina, actual directora,

esta última, de la Casa Refugio Citlaltépetl. “¿Qué sentido tiene un libro como éste? Estoy convencido de que una de las grandes virtudes de la fotografía es la capacidad que tiene de que el espectador reflexione sobre lo que es la memoria, qué sería del ser humano sin ella”, apuntó. Javier Hinojosa hizo una breve disección de La fiesta y la rebelión, en la que precisó que comprende 90 fotografías tomadas por el autor entre 1973 y hasta 2017.

Crónica de vida En ellas se pueden encontrar hechos tan significativos como el levantamiento zapatista en Chiapas de 1994, los enfrentamientos de Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) contra la Policía Federal en 2006, los desplazamientos indígenas de Guatemala a Chiapas a principios de la década de los 80 del siglo pasado, así como testimonios de la guerra en El Salvador y Nicaragua, entre otros. “Es una crónica de vida, de la vida cotidiana, las tragedias, los refugiados, la muerte, la religión, la guerrilla, la política, entre otros muchos temas desde la mirada aguda y penetrante en un autor consolidado como uno de los referentes de la fotografía latinoamericana”, resaltó. Por su parte, Bellinghausen, periodista de La Jornada, afirmó que el quehacer de Antonio Turok seduce o provoca, pues siempre mantiene una relación con lo que está retratando. Lo ubicó, además, como integrante de la que, en su opinión, es la más brillante generación de la fotografía mexicana, al lado de Marco Antonio Cruz, Pedro Valtierra, Elsa Medina, José Ángel Medina y Christa Cowrie, por mencionar a algunos. “No hay otro grupo así en la historia de la foto mexicana, y todos ellos están involucrados con los hechos, todos ellos nos enseñaron a ver los hechos.”

▲ Más que un catálogo, Antonio Turok (imagen) hace una selección retrospectiva e invita a poetas, narradores y periodistas a hacer un texto alusivo. Foto María Luisa Severiano

Dan a conocer El regreso de la Doctora Ilustración, compilación de textos de Carlos Monsiváis CARLOS PAUL

La crítica, el irónico y mordaz humor del ensayista, cronista, narrador y coleccionista Carlos Monsiváis (1938-2010) “nos recuerda que en la sociedad siempre se necesita del humor como una forma de salud e higiene de moral pública contra el cinismo del poder”, destacó el periodista Javier Aranda, a propósito de la puesta en circulación del libro El regreso de la Doctora Ilustración (Ph. D.), nueva compilación de textos escritos por Monsiváis, publicados originalmente en la sección Por mi Madre, Bohemios, del suplemento cultural La Cultura en México, de la revista Siempre! Editado por el sello Malpaso, con prólogo de Lorenzo Meyer e ilustraciones de Darío Castillejos, y tras la

edición del libro El consultorio de la Doctora Ilustración, vuelve ahora el personaje “más hilarante y temible que nunca para atender en esta ocasión a la flora y la fauna de la política mexicana”, con El regreso de la Doctora Ilustración, el cual fue comentado este sábado por Javier Aranda, el politólogo Jenaro Villamil, coordinador del Sistema Público de Radio y Televisión; Jesús Ramírez Cuevas, vocero del gobierno federal, y por el editor Juan Guillermo López, en el Museo del Estanquillo. Se trata, explicó Aranda, de cómo Monsiváis le tomaba el pulso, mediante su singular humor y crítica, a la vida cultural, intelectual, social y política del país. “La mirada de Carlos, a partir de la sicología y sociología, era una especie de close up a cuestiones tan complicadas como es la inverosímil política mexicana”.

La columna Por mi Madre, Bohemios fue de los primeros proyectos sólidos de crítica contra el cinismo del poder, destacó Aranda. “Surge como una forma de higiene moral pública, retomando todas las tonterías del mundo político. El humor, la burla, le servía para relativizar las declaraciones pomposas de los funcionarios. En un recuadro empezó a aparecer la Doctora Ilustración, especie de fábula en la que una doctora respondía las dudas de otros tantos delirantes personajes”. Para Villamil, lo que Monsiváis crea son “arquetipos con la compulsión por la fama, el poder, el autoelogio permanente, con la compulsión de ser alguien”. Monsiváis “se burla de manera bestial de las ideas del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, de la idea de ser el líder del tercer mun-

do y con su humor lo trasciende a su época”, para hoy leerlo y revalorar su vigencia. Este segundo tomo –a diferencia del primero que está dedicado más al ámbito cultural e intelectual–, “es más oscuro y tiene un tono más premonitorio”, sobre la vida política del país. El regreso de la Doctora Ilustración, según Ramírez Cuevas, “es también una crítica feroz, sorprendente, irónica, fina y mordaz, que a veces hay que leer en dos o más ocasiones los textos, por el singular y agudo uso del lenguaje”. Ramírez Cuevas destacó igual, entre otras cuestiones, la enorme capacidad de síntesis para retratar el humor involuntario de la clase política y los defensores de la moral y las buenas costumbres. Ambos libros y su lectura, dijo, ayudan a en-

tender los pasados regímenes políticos. “Hoy el país está cambiando y muriendo una retórica y cultura política, establecida sobre la corrupción. Se extrañan figuras públicas como Carlos Monsiváis. Su mirada crítica e irónica y su deseo de cambio. Me hubiera gustado saber que hubiera pensado Carlos de la polémica propuesta de Andrés Manuel López Obrador sobre la Constitución moral, que toca el tema de la ética”, dijo Ramírez Cuevas. Dicha recopilación, comentó Aranda en su momento, tiene mucho que decir a las nuevas generaciones de jóvenes. “Me sorprendió no sólo la brevedad de los textos, sino también que muchos de los planteamientos que desarrolla son cuestiones que siguen ocurriendo en la vida pública, sea cultural o política”.


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