El Ucabista Magazín # 142

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> El diálogo (parte del respeto: te escucho y me escuchas). > La responsabilidad de cada quien, asumiendo tareas concretas. > De allí deben salir unas tareas. Evaluar si esas tareas se llevan a feliz término. Es decir, seguimiento y auditoría. > Desarrollar sentido de pertenencia: ese teléfono lo puede necesitar tu hermano, tu madre, tu tío. Es nuestro porque está en la comunidad. > La participación activa también es un valor. Hay muchas organizaciones, pero la gente no se vincula. La participación no es solo votar, es vinculación, y hacerlo desde la responsabilidad y el respeto. Veamos a continuación las opiniones de líderes sociales que construyen tejido social. _ 3


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NOOR PÉREZ

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CORINA YORIS-VILLASANA

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pasaron a ser minorías. Aparecieron unos peculiares partidos que llamo adhoc, porque se crean para la ocasión electoral y tienden a desaparecer. En los 90 hubo tres muy conocidos: el de Convergencia, fundado por Caldera para la elección de 1993; el MVR de Chávez y el Irene, de la exmiss Irene Sáez, fundados para las elecciones de 1998. Dos de ellos ganaron las elecciones (Convergencia y MVR). De los tres, dos desaparecieron y Convergencia perdió importancia, lo que significa que no eran partidos sólidos, enraizados en la sociedad y, sobre todo, fueron incapaces de institucionalizarse frente al personalismo de sus líderes. El MVR no era solo un partido ad hoc, sino que era la correa de transmisión del jefe y terminó siendo sustituido por el PSUV. Este último es un partido palaciego, nacido en el poder, no en la sociedad. Ha sido más un séquito del mandatario que una institución y ha terminado desinflándose electoralmente, pues no tiene vasos comunicantes genuinos con la sociedad, pues actúa a través de las misiones sociales del Gobierno. Los partidos han comenzado a recuperarse en el ánimo de la gente, sobre todo aquellos que están en sintonía con los terribles problemas de la población. Al calor de las luchas por la defensa de la democracia, los partidos opositores vienen recuperándose.

El sistema de partidos del siglo XXI no se puede entender a partir de los partidos individuales, sino de los dos bloques partidistas que se forman con ellos. Ningún partido está en condiciones de ganar una elección presidencial sin una alianza. Por tanto, si bien la política venezolana está polarizada entre estos dos bloques, no podemos decir que estemos ante un sistema bipartidista, sino ante un sistema bipolar, de dos grandes polos, en aguda lucha por el poder político. Es en ese contexto que los partidos se están recuperando y robusteciendo. Viejos y nuevos partidos se asocian en bloques y están logrando que la gente vuelva a ellos. Este proceso de recuperación se da en el marco de una paradoja: cada uno de los partidos que integran la MUD no pasan de uno o dos dígitos bajos en votos y en popularidad en las encuestas, pero la MUD es hoy el primer partido del país en votos, curules parlamentarias y encuestas. Sin embargo, la MUD no es un partido propiamente dicho. Es una plataforma de partidos, una tarjeta inscrita en el CNE para votar por ella en forma unitaria, pero no posee sedes municipales, estadales ni nacionales; no cuenta con maquinaria nacional, pero es la que tiene el capital político. Es la que sigue el ciudadano que quiere cambio político.

Esto es crucial en un momento en el que muchos partidos de la MUD están en proceso de legalización por no haber participado en los dos últimos procesos electorales y otros quieren constituirse ex novo, pero los órganos competentes vienen dándole largas al asunto. Con Nicolás Maduro está empezando una tendencia inquietante a impedir la legalización de partidos opositores. De no poder legalizarse estos partidos, no podrán actuar y la MUD tendrá que asumir tareas adicionales. Pero la MUD también está amenazada por un proceso judicial en curso que ha abierto el PSUV buscando su cancelación. En la medida en que el modelo político chavista pierde sustentación popular, aumentan los riesgos de que el sistema político se oriente hacia un partido único. Quién sabe si esta situación no convierte a la MUD en el gran nuevo partido de los opositores venezolanos del siglo XXI. Es necesario el resurgimiento conjunto de los partidos y de la sociedad civil para la recuperación de la democracia.

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