108 | BODEGA SINGULAR Y VINOS DE AUTOR
Tampoco se me olvida el olor a mercromina, yodo y alcohol del botiquín. ¿Quién no se ha llevado un tajo con la navaja o la tijera de vendimiar?. Ah, se me olvidaba: el olor a réflex para los riñones… y esas friegas con alcohol de romero que daba mamá… la ducha recién llegado a casa y la relajación que te entra. No apetece más que cena y cama. En la mancha más céntrica, olor a melón piel de sapo pasado o sandía abierta que te han regalado llegando a la viña. Olor a goma de los guantes, a polvos de talco para los que se escuecen, a caucho de los cubos y espuertas nuevas, a chuletillas de cordero asadas con sarmientos cuando se acaba la vendimia y al tizne de la cara, al cubata que te tomas con la cuadrilla una vez terminada, al rollete del que se le presenta la ocasión con una foránea, a billetes que se cobran nada más terminada la vendimia y la fiesta que te pegas … en definitiva, huele a vida, a almas, a personas y todo lo bueno y malo que éstas traen.
11´octubre
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La vendimia lleva miles de años en nuestra cultura, tantos como vino ha regado los gaznates y llenado estómagos de personajes humanos y divinos. El olor siempre es el mismo, solo cambian las circunstancias y las personas. Hablamos de 2011¿ha cambiado mucho del olor de la vendimia de 1975?... Lo que no se es que pasará en veinte años, ya que cada vez más, la viña está emparrada y la vendimia se hace mecánica. Estos olores, recuerdos y vivencias forman parte de la cata, del moderno “enoturismo”, antes simplemente, vecinos familiares o amigos que cuando llegaban al pueblo se les enseñaba lo que había, la bodega, la iglesia y la plaza. El Wine UP Tour que organizo y promuevo me permite llevar estas vivencias y recuerdos a ciudades donde no hay viña y todo lo relativo al vino suena bien y apetecible, es lo que yo he llamado: “enoturismo inverso”, llevar lo mejor de la viña y la bodega a la ciudad.