Cityscapes

Como decía un científico, el recorrido del desastre se podía rastrear siguiendo el proceso de urbanización de la Gran Ciudad, como entubar los ríos y canales para construir grandes avenidas, que luego serían el vertedero de las desgracias por venir.

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Jacinto encontró uno más. Los llamábamos “depósitos de la muerte”: burbujas de concreto que no habían llegado a derrumbarse. Los sobrevivientes se refugiaban ahí del calor y los salteadores, pero eran muy inestables. En “su depósito”, Jacinto supone que los accesos principales se colapsaron, por lo que los sobrevivientes quedaron completamente aislados. También le parece que hubo actos de canibalismo: en los huesos de un niño pequeño encontró marcas de dientes. No parecían mordidas de rata u otro animal. La gente que murió ahí adentro debió sufrir horas realmente duras antes de poder descansar.

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Alguien logró encender un generador de energía. De esa casa nos llegaban noticias del exterior. Así nos enteramos que el Gran Temblor dejó incomunicados al Sur y al Norte.

No puede ir ni venir ayuda alguna. Hemos vuelto a la época

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