A modo de prólogo
Cuando tenía 12 años hice un viaje con mi madre por la costa de Galicia. Mis padres se habían separado en 1987. Paseando por el pueblo de Cariño, mi madre me dijo que yo había sido engendrado allí. Esa noche dormimos en el mismo hotel y en la misma habitación en la que mis padres habían estado casi 13 años antes. Mucho tiempo después, a los 27 años (casi la misma edad que mis padres tenían cuando se separaron) volví a esa habitación. Y mi vida quedó atrapada, demasiado resumida, entre los dos viajes.