Narrativa 2012

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de una pierna a otra y a gesticular un poco con las manos. Llevamos, como ellos, unas cartulinas con marcas de guion, pero nos sabemos nuestros textos de memoria y sólo acudimos a ellas para seguir los pies de entrada. Como los informadores cuando terminan de dar una noticia y esperan a que entre el vídeo, bajamos la mirada en una suave diagonal, que los informadores dirigen a un monitor y nosotros al suelo del escenario. Cuando el vídeo ha acabado, que en nuestro caso es una escena, devolvemos la mirada al público para dar la siguiente noticia, es decir el siguiente texto. Ahmed ha trabajado la sugerencia y yo la solemnidad, porque Ahmed tiende como actor y como todo a la solemnidad, y lo mismo yo con la sugerencia, y lo que no queríamos era asignarnos los roles de chica seductora y chico duro. Pretendemos ser intercambiables y a la vez imprescindibles, echarnos de menos y que el espectador también nos eche de menos si alguno de los dos se tira mucho rato sin hablar y el otro acapara el discurso. La noticia o el premio que damos es un discurso, o sea que la intención del texto es convencer a alguien de algo, lo cual no significa que necesariamente los personajes que representamos Ahmed y yo tengan la intención de convencer. Otras veces, en otros montajes, hemos lanzado discursos pero sin ánimo de discurso, interpretándolos a la contra de su significado para quitarle el brillo de todo discurso que se precie. O sea, poniéndonos irónicos. Pero en esta ocasión sí que somos las bocas del discurso, como los jueces son la boca de la ley según Montesquieu. Lo que no significa que Ahmed y yo estemos necesariamente de acuerdo con el discurso y tengamos la intención de convencer, igual que el juez de Montesquieu no tiene por qué estar de acuerdo con la ley que habla por su boca. Pero en esta ocasión sí que estamos de acuerdo con el discurso y más lo estamos cuanto más lo repetimos, igual que Borja y Patri más se gustan cuanto más follan. Esta coincidencia a tres bandas entre el discurso, los personajes que Ahmed y yo representamos y nosotros mismos nos hace escalar a alturas políticas. Es un milagro escénico esa coincidencia, igual que lo de Borja y Patri, si bien es cierto que para que los milagros ocurran debemos estar predispuestos a ellos. En el caso de Borja y Patri también puede hablarse de altura política. CRISTINA: Una minoría de españoles, agazapada en los bancos, en la gran propiedad territorial e industrial y en los negocios financieros que se realizan con el amparo directo del Estado, ha obtenido grandes

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