Narrativa 2012

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ha dado Ahmed en el lateral izquierdo y es una lámpara de pie, es el clic más sonoro porque el interruptor está en el suelo y hay que pisarlo. El cuarto clic lo ha dado Borja en diagonal con Jose y es otro flexo igual. Ahmed y yo estamos hombro con hombro de pie bajo la lámpara grande, que por ser regulable la alargamos al máximo. A mí la luz me baña toda la cabeza y hasta la cintura, pero Ahmed es muy alto y sólo se le ve desde el flequillo y hasta la mitad del pecho. Yo llevo una camisa beige y una falda roja como la de Patri. Ahmed lleva una camisa celeste y unos pantalones chinos marrones. El espejo-luz de cuarto de baño es redondo e ilumina la cabeza de Dogy desde atrás, haciéndole de aureola. Dogy lleva puesta una camisa beige como la mía y unos pantalones marrones como los de Ahmed, pero de mujer. Jose y Borja están sentados con un codo sobre las mesas en las que están sus flexos respectivos, de manera que los flexos les iluminan la mitad de la cara, el hombro y todo el brazo apoyado. Borja lleva una camisa beige como la mía, pero de hombre, y unos pantalones como los de Ahmed pero del color rojo de las faldas de las chicas. Jose lleva chinos marrones y camisa como la mía y la de Borja, beige. Todos sonreímos, en especial Ahmed y yo, y en Borja y en Patri sonríen las endorfinas. Ningún foco está encendido pero las cinco lámparas ya dejan intuir algunas formas de la escenografía. Han pasado nueve minutos. Inmediatamente después del último clic Ahmed habla. AHMED: Ante este panorama que hay a la vista, difícilmente encontrarán los jóvenes un clavo donde asirse. Están solos, y eso, lejos de constituir para ellos un motivo de desazón y desánimo, va, quizás, a proporcionarles la gran coyuntura que España necesita. Los jóvenes no tienen riqueza, no tienen sabiduría, ni poder, ni destino individual ya alcanzado, ni doctrina política que servir. Ahora bien, resulta que los jóvenes no sólo carecen hoy de toda posibilidad normal de desarrollo, sino que tienen delante el peligro mismo de que su propio peculiar bagaje, aquel que ellos incorporan y traen, sea también torpedeado y hundido. Si los jóvenes están disconformes con lo que encuentran, no tienen necesidad de justificar con muchas razones su actitud. No tienen que explicar la disconformidad, tarea que absorbería su juventud entera y la incapacitaría para la misión activa y creadora que les es propia. Pues la crítica se hace con arreglo a unas normas, a unos patrones de perfección, y todo esto tiene en realidad que ser aprendido, le tiene que ser enseñado a la juventud, no es de ella ni forma parte de ella. Pero un mínimo de crítica, en el

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