Narrativa 2012

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Después de la actuación de “machete”, o la de “criminal”, actúan otros dos o tres tipos más. Todos hombres, todos gordos y todos tatuados. Cuando termina el concierto la gente se marcha, hay tanta gente que las escaleras mecánicas suben y bajan abarrotadas. –– Lo bueno de un concierto dentro del metro es que no tienes que andar mucho para coger el tren que te lleve a casa –– nos dice sonriendo la chica del culo. Todos reímos. ––¿Alguien quiere cenar algo? ––pregunto yo. Todos asienten y subimos las escaleras mecánicas, ya algo más despejadas, hacia la calle. ––¿Te ha gustado el concierto? ––me pregunta Marina. ––No demasiado ––le respondo. ––A mí me ha resultado bastante aburrido ––me dice ella––, no me gusta nada el rap. ––Ya, a mí tampoco, pero creo que era hip hop. ––¿Y no es lo mismo? ––me pregunta. ––No, son cosas distintas. ––¿Y qué diferencia hay? ––Pues que el hip hop es hip hop y el rap es rap. Y aunque repito las mismas palabras que él me ha dicho, siento que al ser pronunciadas por mí pierden toda la fuerza que tenían cuando era yo el que las escuchaba.

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Entramos en una tienda de bocadillos. Nos acercamos hasta el mostrador. Hay cuatro o cinco personas delante de nosotros pidiendo su cena. Sobre las cabezas de los uniformados dependientes hay unos

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