Narrativa 2012

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política, con claridad y determinación a la hora de alzar el andamiaje, Los combatientes deja atrás esa fase por la que hemos pasado la mayor parte de quienes escribimos, y en la que se nota demasiado el afán por que nuestros textos demuestren que son literarios. García Morales da un paso más, haciendo gala por otra parte de una saludable irreverencia ante la extendida idea de que la literatura debe ser alta cursilería entregada a fabricar sin tregua preguntas que nunca obtienen respuesta (toda respuesta implica un posicionamiento que “mancha” al puro y noble escritor). Aquí la autora señala con impecable desparpajo todos los rincones sucios y se atreve a decir que es posible la claridad, que el arte no tiene la obligación de atarse al nihilismo. Además, da gusto que, tras unas décadas en las que los autores noveles, y no tan noveles, siempre han procurado que no se note mucho que son de Sevilla o de Albacete, aquí se nombren sin complejos las ciudades españolas en las que transcurre la narración. En este sentido, el lenguaje no suena a lo que transpiran buena parte de los escritores que hemos nacido bajo la colonización cultural norteamericana. Es decir, a Carver y etcétera. Afirmo esto con todos mis respetos al gran Carver, pero también con el hartazgo que me producen quienes sólo leen literatura yanqui y escriben en Madrid y de Madrid, o en Minglanilla y de Minglanilla, con lenguaje de, qué sé yo, Ohio. Los combatientes es una novela teatral, o una pieza teatral novelada, donde varias voces distorsionan para enfocar mejor la fuerza política de la juventud, y cuyo argumento no voy a revelar aquí. Sí desvelo su estructura porque, en este contexto nuestro en el que lo “vanguardista” se parece a una estridente máquina de trocear, meter citas, repetir hasta el hartazgo que se es cosmopolita y reproducir con literalidad ciertos formatos digitales (lo que no quiere decir que dichos procederes no tengan sentido, si bien a mi juicio no de ese modo imperativo con el que a menudo se presentan), Los combatientes rompe la convención de una forma distinta, cuyo origen es la propia lógica del texto. Todas estas virtudes son aún más sorprendentes si consideramos que la autora tiene sólo 27 años. Sin embargo, basta acudir a su trayectoria para comprobar que García Morales lleva ya un tiempo trenzando palabras: publicó un libro de relatos en 2008, La merienda de las niñas (Cuadernos del Vigía), sus cuentos han aparecido en la colección Nuevos relatos para leer en el autobús (Cuadernos del Vigía, 2009), Ficción Sur: Antología de cuentistas andaluzas (Traspiés, 2008), Cuento vivo de Andalucía

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