La clausula piensalo bien ante mirian g blanco

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Sí, miedo por cómo terminaría aquella farsa en la que se había involucrado, únicamente, por dinero. ¡Dinero que necesitaba para ayudar a su familia y terminar con su pesadilla! Pero, por otra parte, tenía a su «consejero oscuro» que le hacía recordar con quién había firmado el contrato. Que el hombre con el que fingía ser su novia era, ni más ni menos, un dios griego reencarnado en carne y hueso. ¡Uff! Tyler Mccartney era el motivo de robarle el sueño y varios suspiros a Melisa Baker. Ella observó la ropa que llevaba encima, un vestido estampado de flores y sus deportivas viejas, para volver la mirada al aseo. Tyler frunció el ceño, sujetándola del brazo para evitar que se alejara hacia el cuarto de baño. —No hace falta que te cambies, Missy. Estás perfecta así. Melisa sintió cómo las mejillas le ardían y gotas de sudor corrían por su espina dorsal. Juraría que por sus orejas se desprendía un ligero humo. ¡Estaba ardiendo! No era fácil sacarle los colores con simples chorradas como: «eres más bella que una flor» o «mi felicidad está en tu sonrisa». ¡No! Pero Tyler era un hombre que sabía cómo encandilar a una mujer, o así pensaba ella. ***** Tyler conducía el coche con sutileza, aportándole más sensualidad de la que ya tenía. Su brazo izquierdo estaba apoyado en la ventanilla sin dejar de guiar el volante, mientras su mano libre acariciaba con delicadeza el muslo de Melisa. ¡Dios Santo! Ella terminaría derretida, literalmente. Melisa sonrió tímidamente cuando, al llegar a su destino, Tyler la sujetó de la mano. Se sentía segura a su lado y, lo más importante, protegida. Pero toda esa confianza se desplomó de un golpe cuando observó a las personas que habían asistido a la presentación de la nueva cadena hotelera de la ciudad.


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