La clausula piensalo bien ante mirian g blanco

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Él tenía el contrato hecho de antemano, como si lo hubiera estado planeando. ¡Pero ya no había vuelta atrás! Además, sus padres ya se habían enterado cuando el personal de Mccartney vino a su casa para entregarle el uniforme. La empresa se había encargado de avisar a su familia de que su hija empezaría a trabajar como secretaria personal del señor Mccartney. ¡Dios, cómo odiaba mentir a sus padres! Pero bueno, «teóricamente» Melisa tendría que trabajar como «mano derecha del señor Mccartney». Además, no sería tan espantoso asistir a cenas y fiestas privadas. ¿Cierto? Ella se echó sobre su cama sin dejar de observar el techo mientras sonreía como una completa idiota. Parecía una adolescente con las hormonas revolucionadas. Solo le faltaba dibujar corazones en una libreta mientras soñaba despierta. Realmente, Tyler le recordaba a la figura del rey de la selva. El macho alfa que lideraba a la «manada», porque eso era: un hombre de éxito. Pero también, como un buen predador, Tyler tenía miradas que la hacían temblar de miedo y, al mismo tiempo, excitación. Sonrisas que le producían un cosquilleo en las entrañas. ¡Y una mirada que le llegaba hasta el mismísimo fondo de su corazón! ¡Dios! Lo que provocaba en ella era como si todo su cuerpo protagonizara una rebelión contra su propia conducta. «¡Ay Melisa! Tú misma te estás ofreciendo como merienda para el león».


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