Volcanes

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De Cancún a Puebla pasando por los volcanes

Mercedes Menéndez

–¿Bueno?

–Pues sí, el Popo y el Ixta.

–¡Hola, mi poblanita guapa!

–¿Vas a presentarme a tus amigos?

–¿Quién eres? No se oye bien.

–Qué va, son los volcanes. El Popocatépetl y el Ixtacíhuatl.

–Mateo, Mateo López, mujer.

–¡Ah! Ya caigo, los amantes eternos de la leyenda que me

–¡Qué sorpresa! ¿Dónde estás?

contabas.

–En Cancún. ¿Por qué no coges el coche y te vienes el fin de

–Tienes que verlos. Están preciosos nevados.

semana? No resisto las ganas de verte.

–¿Y siguen juntos?

–Mateo, Puebla está lejísimos, son como quince horas.

–¿Los volcanes?

–¿Y entonces, estoy en México y no vamos a vernos después

–No, los amantes.

de cuatro años?

–Eso habrá que verlo.

–¿Por qué no tomas el avión y te vienes a Puebla?

–¿Mañana?

–¿Y qué hay interesante en Puebla?

–Vale, mañana en Puebla.

–¡Uy, muchísimas cosas!

–Mateo, espera…

–Dime alguna que amerite el viaje.

–¿Sí?

–La catedral, el zócalo, la capilla del Rosario, la gente…

–Es que no soy Carmen.

–En España, eso sobra. Dime algo diferente que haya ahí.

–¿Cómo?

–¡La comida!: chalupas, mole, tequila, camotes…

– Ella salió. Yo me quedé con los niños.

–No como picante y el camote ni en broma. ¿Algo más

–¡Ah! ¿Entonces eres la niñera, traviesa?

atractivo?

–No, soy su cuñada.


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