Vida Abundante julio/agosto 2012

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El onceavo mandamiento

“Por sobre todas las cosas… amarás.” ¿Podría ser este el undécimo mandamiento? Qué difícil resulta responder esta pregunta. Por un lado, no deja de ser un tanto irreverente o blasfemo pensar en crear otro mandamiento. Por otro, vivimos en tiempos en los que muchas iglesias están quedando vacías, valores van siendo dejados de lado, las palabras COMPROMISO y RESPONSABILIDAD se tornan extrañas y hasta sin sentido, y la Biblia termina siendo un “bicho raro”, un bulto que queremos esquivar. Por Joel A. Nagel

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ablar de Dios, de su Palabra, de la fe en Él, de la iglesia como comunidad de creyentes, se vuelve cada vez más difícil e incomprensible. Entonces, ¿por qué pensar en otro mandamiento, si ni siquiera recordamos los diez, ni sabemos bien qué tienen que ver hoy con nuestras vidas? ¿No resulta un poco loco? Las preguntas se amplían si tomamos nuestro “undécimo” mandamiento: “Por sobre todas las cosas… amarás”. ¿No es acaso que Jesús nos habla en los evangelios acerca de este mandamiento nuevo: que nos amemos los unos a los otros (Juan 13,34)? ¿No basta con todo lo que dice el Apóstol Pablo sobre el amor en 1 Corintios 13, por ejemplo? Hay muchos pasajes de la Biblia en los que se habla sobre el amor como aquello que debería ser lo determinante en la actitud y vida de los creyentes, como lo que es el corazón del ser cristiano. ¿No está trillado y/o gastado esto del amor? La respuesta a todas estas preguntas es: ¡no!, y ahora veremos por qué. Vivimos en la sociedad del “sálvese quien pueda”. Una sociedad que alienta al triunfo individual a costas de las desgracias del semejante. Estamos apurados y, si tomamos compromisos y responsabilidades, lo hacemos sólo porque hay un rédito económico por detrás. Esto se traslada a las relaciones humanas, a lo afectivo, donde tampoco hay compromisos. Nos cuesta mucho ayudar a los demás, no tenemos tiempo para eso. Los mandamientos han pasado a ser algo de otra época. Quizás porque muchas veces nos hicieron creer que eran leyes que, si no se cumplían al pie de la letra, nos íbamos al infierno o algo por el estilo.

Por otra parte, del nuevo mandamiento de Jesús, el de amarnos, poco recordamos. Los diez mandamientos no hablan explícitamente del amor, pero tampoco son opuestos, al contrario, nos hablan sobre la fidelidad y el cuidado de nosotros mismos y los demás, elementos que constituyen el amor. Jesús nos dio a conocer que, si amamos, podremos cumplir con todos los mandamientos. Estos no deben ser una ley que nos oprima, sino algo que nos libere y nos aporte otra mirada para enfrentar la vida. Lamentablemente, tomamos los mandamientos como elementos opresores, y lo que habla Jesús sobre el amor -como no integra los “diez”- lo olvidamos y se pierde en nuestras mentes. Me parece interesante que, de existir otro mandamiento, fuera el de amar por sobre todas las cosas. Amar implica muchas cosas, entre ellas, jugarse y comprometerse por uno y por los demás, detenerse en toda esta corrida que hacemos por la vida, para salir de nuestro frasco y VER al otro, a la otra. Vernos con nuestras fortalezas y debilidades, alegrías y pesares. Encontrarnos así como somos, iguales ante los ojos de nuestro Creador. Descubrirnos como hijos de Dios y darnos cuenta que en esta vida no estamos solos, no caminamos aisladamente como si estuviéramos en un desierto, sino que hay otros caminantes. Nos han hecho ensimismarnos, es decir, nos bajaron el rostro para que nos “miremos el ombligo” y nos preocupemos pura y exclusivamente por nuestro “triunfo en la vida”. Y nosotros hemos dejado que eso suceda, incluso hemos sido parte generadora de todo esto. Hicimos pedazos la solidaridad, el compañerismo, el compromiso, la responsabilidad, la

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 El autor es

licenciado en Teología y vicario en la Congregación Paraná de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata


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