Vida Abundante marzo/abril 2013

Page 31

Recursos litúrgicos

¡Vamos al culto! II E

n la entrega anterior habíamos resuelto ir al culto el domingo de Misericordias Domine. Ese domingo el tema central es Jesucristo como el Buen Pastor. Nuestro relato culminaba en el momento de la salutación. Según nos ha explicado la pastora, a partir de este segundo saludo comienza a transitarse el corazón del culto evangélico porque es tiempo de escuchar la Palabra de Dios. Escuchar no es un simple oír, es prestar atención para darle seguimiento a los textos, por eso comenzamos con una oración llamada de Colecta. A no confundirse, no es una acción de gracias por la ofrenda del domingo; esa oración recoge el tema del domingo y expresa la intención de escuchar atentamente lo que Dios tiene para decirnos ese día a través de su Palabra. En la oración pedimos escuchar la voz del Buen Pastor que nos llama a ser parte de su rebaño escogido, de manera que fuéramos capaces de seguirlo en la confianza de que nos sostendrá en sus brazos, aún en los momentos más difíciles. A esta hermosa oración respondemos como cuerpo de Cristo con un alegre Amén cantado. Es costumbre de la pastora pedirle a dos personas, un joven y una señora de la comisión, que lean los pasajes bíblicos correspondientes. Al joven le tocó la lectura del Antiguo Testamento: Ezequiel 34,1 – 16;31. Nos impresiona qué actualidad tiene la Biblia para nuestros días. En ese texto Dios se compromete a juzgar a los malos pastores y asume nuestro cuidado, sin cálculos ni especulaciones. La hermana de la Comisión Directiva leyó 1 Pedro 2,21–25, ¡qué texto! Deja en claro en qué consiste y cuál es el propósito del pastorado de Jesucristo. “Fue herido para que seamos sanos”. Aún hoy doy gracias porque en la Biblia encontramos textos tan claros y contundentes sobre la infinita misericordia de Dios para con la humanidad pecadora. Al finalizar la lectura, la pastora dijo: “¡Tu Palabra es verdad, santi-

fícanos en tu verdad! ¡Aleluya!” (San Juan 17,17). El triple Aleluya que sigue me encanta porque tiene un tono solemne que va aumentando en intensidad y profundidad. Aleluya significa: ¡Alaben al Señor!, porque escuchamos su Palabra y ella guía nuestra vida. Esta certeza la confesamos con las palabras del Credo Apostólico o el Niceno en ocasiones especiales. ¡De niño me costaba mucho repetir el Credo de memoria! Me parecía que era repetir palabras como un loro hasta que me explicaron que el Credo es una respuesta y un apretadísimo resumen de toda la Biblia. Es una manera de decir. Lo que acabamos de escuchar es parte de esta totalidad que es el Antiguo y Nuevo Testamento resumido en las palabras del Credo. Cantamos -según recuerdo- de Canto y Fe, “El Señor es mi pastor” de Pablo Sosa, preparándonos para el sermón que, creemos, es palabra humana y divina a la vez. La pastora predica inspirada por el Espíritu Santo, aunque sabemos que ella -como todos nosotros- puede equivocarse. Ese domingo el texto fue hermoso, el final del Evangelio de San Juan 21,15–19. Ese diálogo entre Pedro y Jesús, tan conmovedor. Ese mandato de Jesús, “Apacienta mis ovejas” es un mandato para todos y cada uno de los bautizados. El pastor de la humanidad que nos invita a ser pastores de nuestro prójimo en nuestra debilidad, tan parecida a la de Pedro. Nos invita a seguirlo en el camino de la cruz y en la esperanza de la gloria eterna. El sermón nos conmovió, es cierto, pero también nos ayudó a pensar nuestra relación con Jesucristo, especialmente cuando él pregunta reiteradas veces: ¿me amas?, y nos pide una y otra vez: “Apacienta a mis ovejas”. Cantamos del Culto Cristiano “Nada puede ya faltarme”, para luego escuchar las novedades de la vida de la iglesia, los anuncios. Con “Zamba para que te quedes” abrimos la puerta de un tiempo diferente en el culto: la Santa Cena. Sobre eso les cuento en la próxima edición. 3

viDa [31] aBunDanTe

Carlos A. Duarte


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.