Operaciones Navales de la Primera Guerra Mundial

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tres veces con sus porta-hidroaviones, pero todos fueron malogrados por la meteorología. El 11 se mayo se intento un cuarto ataque usando al nuevo porta-hidroaviones Ben-my-Chree, que tenía una rampa a proa que permitía el despegue de los hidroaviones sin necesidad de arriarlos al agua, pero resultó corta y la operación fracasó. Esto hizo abandonar la idea de utilizar esa rampa con los nuevos hidroaviones de caza Sopwith Scheineder (75 nudos y 35 minutos para llegar a 3.500 metros) de manera que tan pronto fuera avistado un dirigible, se los pudiera lanzar para interceptarlos. En su lugar se probó aproximarse a unas 50 MN de las costas enemigas y despegar a los hidroaviones desde el agua, para que patrullaran durante las salidas y puestas del sol, buscando a los dirigibles en las porciones diurnas de sus traslados de ida o regreso de sus ataques. La meteorología solo permitió avistar a una de esas aeronaves, la cual pudo escapar. El 3 de julio los porta-hidroaviones Engadine y Riviera fueron empleados para atraer a los dirigibles enemigos a una emboscada, mediante un reconocimiento armado sobre Ems y Borkun. Los alemanes cayeron en ella y enviaron a seis de sus dirigibles que fueron alejados por el fuego antiaéreo de la escolta. La treta no tuvo el acto final esperado, que era interceptar a esas aeronaves con los tres cazas Sopwith Scheineder del Engadine pues se destruyeron o dañaron debido al mar rizado. Perdida la fe en los lanzamientos desde porta-hidroaviones, por casi seis meses no se volvió a intentar ninguna operación aérea ofensiva desde el mar. En noviembre se produjo un avance significativo cuando usando la pista de 40 metros a proa del nuevo porta-hidroaviones Campania, pudo despegarse a un Sopwith Scheineder; esto significaba que ahora sería posible interceptar a un zepelín aunque el mar estuviera picado. En septiembre también se incorporó el porta-hidroaviones Vindex, que tenía una rampa a proa de 20 metros de eslora servida por un hangar pequeño donde se podía llevar desarmados a dos aviones caza Bristol Scout (80 nudos; 5.000 metros de techo y armados con 48 dardos antidirigible). A estos cazas se los podía lanzar en condiciones en las que ningún hidroavión habría podido dejar el agua y con sus mejores performances, tenían la aptitud para interceptar dirigibles. Por supuesto, no podían ser recobrados a bordo, pero se les puso flotadores internos de emergencia; no fueron usados en 1915 pero la posibilidad lució muy promisoria. A todo esto, aviones Morane Parasol del Ala N° 1 del RNAS destacados en Francia, destruyeron a los zepelines LZ37 y LZ38 del ejército alemán en la noche del 6 al 7 de junio de 1915, al regresar de un ataque a Gran Bretaña. El LZ37 fue el primer dirigible derribado por otra aeronave en la guerra y el piloto que lo logró fue inicialmente rechazado por las ametralladoras del dirigible, pero lo persiguió hasta que inició el descenso a su base en Bélgica y entonces lo atacó con bombas incendiarias desde arriba; lo mismo sucedió con el LZ38. Otro dirigible, el LZ39, también del ejército, había sido muy dañado en vuelo sobre Ostende por las bombas que le lanzó un Avro 504 en la noche del 17 de mayo; su piloto era el Capitán de Corbeta Arthur Bigsworth, quien pocos meses después hundió al submarinos U-14. En febrero de 1916 el RFC reemplazó a la RN en la defensa aérea del territorio de Gran Bretaña, pero la armada mantuvo su misión ofensiva contra-aérea y siguió buscando a los zepelines sobre el mar para interceptarlos. Ante el fracaso en encontrarlos sobre las aguas,

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