Imperialismo y Navalismo como Origenes de la 1a G. Mundial

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INTRODUCCION

En julio de 1914 dio comienzo la Gran Guerra, después llamada Primera Guerra Mundial, originada en un conflicto europeo que debería haber permanecido confinado en ese continente. Pero no fue así. La

noción

de guerra está

relacionada

con

términos

como

combate,

batalla,

lucha,

pelea o enfrentamiento. En general, todos estos conceptos son intercambiables y sinónimos, aunque cada uno tiene un uso específico que le sienta mejor. Guerra se refiere, en su uso más habitual, a la lucha armada o conflicto bélico entre dos o más naciones o bandos. Esto implica el rompimiento de un estado de paz, que da paso a un enfrentamiento con todo tipo de armas y que suele generar un elevado número de muertes. La guerra puede ser clasificada de distintas formas según sus características. Una guerra preventiva es aquella que inicia una nación con el argumento de que otro país se preparara para atacarla. Una guerra civil es la que involucra a los habitantes de un mismo pueblo o país. La guerra santa es la promovida por motivos religiosos. Se conoce como guerra sucia a las acciones que se realizan fuera de cualquier marco legal o declarado. Por último, existe el concepto de guerra fría, cuando dos o más naciones intentan socavar el régimen político enemigo a través de la influencia económica, la propaganda y el espionaje, pero sin violencia directa. Pero la conflagración de 1914-1918 recibió la clasificación de “Guerra Mundial”, y esto se debió a que si bien el enfrentamiento territorial se disputó mayormente en Europa, en la contienda se vieron involucrados 48 actores políticos: 32 países y 16 apéndices coloniales (muchos de los cuales eran cuasi Estados-Nación) repartidos por todo el mundo, Europa, Asia, África y las tres Américas. Es decir, que lejos de circunscribirse a un espacio físico limitado, el conflicto se extendió por todos los rincones del planeta. Las guerras, como todas las actividades complejas de la interacción humana, no tiene origen de forma espontánea, sino que su ocurrencia responde a la acumulación de pequeños factores de astillamiento que llevan a las naciones a reaccionar con intolerancia. En el caso de la Primera Guerra Mundial los principales focos de enfrentamiento fueron el imperialismo y el navalismo, aunque cabe enfatizar que no fueron los únicos. En los años previos a 1914 las potencias mundiales se enfrascaron en una carrera alocada por aumentar su poderío naval, puja esta que introdujo a la humanidad en una nueva era de tecnología bélica. Ello fue una de las consecuencias del imperialismo al que habían desembocado las expansiones coloniales de las principales naciones europeas, Estados Unidos y Japón desde el último cuarto del Siglo XIX. Otro factor nuevo que se introdujo en el complejo esquema de las relaciones internacionales fue el desarrollo de nacionalismos militantes y chauvinistas en los pueblos, de agresividad creciente en progresión geométrica, que influyeron notoriamente en el accionar de los gobiernos. En medio de este panorama, la aparición del pensamiento de Alfred Thayer Mahan agregó un elemento nuevo de polémica, e incitó a los imperios coloniales al desarrollo de un poder naval en ascenso, por fuerza, presencia y hostilidad. Debe agregarse lo intrincado de las alianzas políticas formuladas, que lejos de ayudar a la coexistencia pacífica y el balance del poder entre las naciones, actuaron como agentes limitantes de la diplomacia, entorpeciendo las maniobras para buscar puntos de encuentro, facilitando el accionar de las posiciones más radicales, y logrando que la soberbia anulara la capacidad de entendimiento y la tolerancia en las cancillerías y 3


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