Imperialismo y Navalismo como Origenes de la 1a G. Mundial

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con desacreditar la política alemana. La dimisión de Bismarck en marzo de 1890, tras veintiocho años conduciendo las relaciones exteriores de Prusia primero y de Alemania después, fue un acontecimiento de trascendencia europea. Con él desapareció un estadista que había tratado de conservar el clásico sistema de equilibrio entre las potencias del viejo continente. Su intención fue de evitar, por medio de alianzas defensivas y conservadoras, que Europa se hundiera en la vorágine de los nacionalismos rivales. Pero el sistema diplomático de Bismarck se basaba en que los políticos europeos pudieran actuar según razones de estado calculadas, sin tener en cuenta la opinión de los pueblos. Sin embargo, eso era cada vez menos posible, porque los gobiernos (independientemente de su forma) eran arrastrados por las demandas públicas cargadas de nacionalismo. El poder de un estado ya no era solo un asunto de territorio y FFAA como lo fuera hasta entonces. En esas circunstancias, las relaciones personales entre los jefes de Estado, foco de los empeños del Canciller, fueron perdiendo importancia y solidez. Así, los métodos de Bismarck en política exterior habían alcanzado el límite de sus posibilidades en el momento de la dimisión. Tampoco el complicado sistema de alianzas podía durar mucho, por el hecho de que la dinámica de imperio de las potencias europeas se dejaba integrar cada vez menos al orden constituido por el Canciller.

El GIRO DE LAS ALIANZAS POLITICAS La no renovación del Tratado de Reaseguro por Leo von Caprivi (sucesor de Bismarck) en 1890 trajo aparejado un giro decisivo en la evolución de los sistemas de alianzas europeas. Caprivi y sus asesores (Holstein, Schleinitz y Kiderlen-Wächter) no eran partidarios de prorrogar un tratado contrario al espíritu de la Triple Alianza, temiéndose consecuencias negativas en las actitudes de Austria-Hungría, Italia e Inglaterra, y por otra parte dejando en manos de Rusia la posibilidad de presionar continuamente a Alemania en política exterior. La intención del nuevo Canciller era conducir una política clara, recta, que inspirase confianza, y que no temiese la divulgación pública. Los alemanes aspiraban a continuar consecuentemente la política de la Triple Alianza, tratando de integrar a Inglaterra con mayor fuerza que Bismarck, empujando de esa manera a los rusos a los brazos franceses, aunque de mala gana de ambos lados. La política exterior rusa sentía animadversión por la Francia republicana y no quería atarse mucho a ella por temor a verse involucrado en una guerra general por la reconquista de Alsacia, Lorena y Metz. Francia desconfiaba de la ambiciosa política de Rusia en los Balcanes, aunque tenía que considerar que Alemania respaldaría a Austria-Hungría en ese conflicto. Ambas partes perseguían objetivos distintos con la alianza: Francia la consideraba como un arma dirigida contra los alemanes; Rusia buscaba un respaldo contra Inglaterra, su enemigo del momento.

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