Imperialismo y Navalismo como Origenes de la 1a G. Mundial

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más frecuentes) sobre las sociedades no europeas generaban crisis en las cuales los gobiernos indígenas locales se derrumbaban (ejemplo: Túnez 1881) o el nacionalismo local reaccionaba contra una posible interferencia extrajera informal (Fidji, 1874). Por ello, el “control oficioso” ya no era posible, y la anexión pasó a ser alternativa antes que la evacuación. Entonces el reparto generalizado se hizo necesario, porque los antiguos imperios habían llegado a puntos de colisión en África, el Pacífico y el Sudeste de Asia, y porque había aumentado el número de estados que tenían intereses comerciales o de otra naturaleza en el mundo colonial, y esos intereses tenían que ser conciliados. El componente político se apoya en los nuevos métodos de la diplomacia europea, y su origen se encuentra en la brusca reivindicación de colonias por parte de Alemania entre 1884-1885. Para Bismarck, esas colonias eran elemento de trueque diplomático, igual que tantos otros de los que una potencia podía servirse libremente para negociar. Planteando enormes exigencias territoriales en África y el Pacífico y llevando las disputas coloniales a la mesa de las conferencias internacionales, creó una especie de bolsa de títulos coloniales que a partir de ese instante no se pudo ignorar. Si una potencia no planteaba reivindicaciones, aún infundadas, corría el riesgo de verse excluida de una ulterior expansión. Así, un político de Europa central impuso el procedimiento continental a las potencias marítimas, que hasta ese momento habían considerado las colonias como una especie de coto de caza enteramente suyo. Este último componente fue el que más influencia tuvo en el futuro de los imperios y de las colonias, a fines del siglo XIX.

LA DESCOLONIZACION Nada en la historia de los imperios coloniales fue más espectacular que la velocidad con que desaparecieron. En 1939 estaban en la cúspide de su extensión territorial, y en 1965 prácticamente habían dejado de existir. El hecho es todavía más sorprendente desde el momento en que las principales potencias coloniales (Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Holanda) emergían ganadoras de la Segunda Guerra Mundial, y continuaban siendo potencias. El proceso de desintegración de los imperios estuvo dominado por dos tópicos diferentes a saber: (1)

el desarrollo del nacionalismo colonial enfrentado a la intolerancia de la dominación extranjera en las colonias de ocupación. 3

(2)

la desconfianza mutua que se estaba desarrollando en los países imperiales, y que acabó convirtiéndose en sentimiento de culpa por el ejercicio del dominio sobre otros pueblos.

Si bien estos dos tópicos ya se insinuaron a fines del siglo XIX, no se manifestaron plenamente hasta después de 1945. El nacionalismo colonial se oponía activamente contra el dominio extranjero, y la exigencia de la autogestión e independencia se hizo más fuerte a partir de 1945. El dominio europeo se había basado en todas partes en el apoyo positivo o el consentimiento tácito de los pueblos sometidos, y cada una de las potencias coloniales confiaba ampliamente en el ejército y la policía indígena para mantener su autoridad. No obstante ello, las potencias coloniales no quisieron prolongar su dominio mediante el recurso de las fuerzas 3

Diferente fue en las colonias de asentamiento.

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