Dos años frente al mastil

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CAPÍTULO XXIII EL

NUEVO BUQUE

Martes S de Septiembre. — Este era mi primer día de servicio a bordo del buque; y a pesar que la vida del marinero no es siempre la de un marinero en cualquier parte que sea, encontré todo muy diferente de lo que era la costumbre en el "Pilgrim". Aquí había mucho espacio para moverse, más disciplina y sistema, más gente y mayor buena voluntad. Todo el mundo tenía —al parecer— la ambición de cumplir lo mejor posible. Los oficiales y la gente, sin excepción, conocían bien sus deberes y todo marchaba lo mejor. En cuanto quedó el ancla a pique, el primer oficial en su puosto del castillete, dio la orden de largar las velas y el ancla fué levada ; se orientaron las velas de cuchillo, una después de la otra, y ya tenía todo el velamen orientado antes de pasar la punta de arena. El sobre de proa, que me tocó a mí, era dos veces mayor que el del "Pilgrim" y tenía las manos llenas en esta maniobra, mientras que con el del "Pilgrim" la faena resultaba un juguete, especialmente por que no había por donde agarrarse, pues en este buque no había chicotes sueltos en las vergas. Todo era aseo y el marinero, estando en la maniobra alta, debía cuidarse con la vista. En cuanto habíamos pasado la punta y todas las velas estaban bien orientadas, se oyó la orden: "La guardia franca, abajo". Los tripulantes me manifestaron que des/le que se hallaban en la costa, no habían hecho ninguna guardia extra, sino una de servicio y Ja otra franca. Lo que sí: todos debían demostrar en el trabajo su eficiencia, y todos estaban conformes con el trato. Así, una tripulación satisfecha, toda de acuerdo y que no encontraba fallas en ningún caso, era todo lo contrario de la escasa, mal tratada, descontenta y gruñona del "Pilgrim". Por ser el nuestro, turno franco, la gente se retiró a sus trabajos particulares, arreglándose ¡a ropa, etc. Como yo tenía todas mis cosas al día y en orden, me puse a leer por no tener otra ocupación. Viernes, 11 de Septiembre. — Esta mañana, a las cuatro, bajé al sollado; teníamos la punta de San Pedro un par de leguas por la proa. Una hora más tarde, fuimos despertados por el arrastrar de la cadena por la…..

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