Dos años frente al mastil

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Después de almuerzo, empezó la tripulación la descarga de sus pieles y como nosotros no teníamos trabajo, se nos mandó a bordo para ayudarles. Esta era mi primera oportunidad de conocer al buque, oue esperaba, sería mi hogar durante el próximo año. A bordo era tan lindo como visto desde afuera. Sus cubiertas eran amplias y espaciosas y blancas como la nieve, lo que era el resultado," según su gente, del empleo frecuente de la piedra pómez. No había óxido ni suciedades, ni cabos flojos o maniobras en banda. Tenía a bordo 7000 cueros que empezamos a descargar por ambas bandas a un tiempo, bajándolos a los botes. La faena duró varios días hasta que todos los cueros fueron desembarcados. La tripulación empezó a lastrar el buque y nosotros volvimos a nuestro trabajo de curar pieles. Sábado 29 de agosto: Llegó ei bergantín "Catalina" desde barlovento. Domingo 30. Este era el primer domingo que la tripulación se hallaba en San Diego y por supuesto, todos esperaban visitar el pueblo. Todos los que consiguieron licencia se largaron a la Misión y al presidio y no regresaron hasta la noche. Como yo había visto bastante de San Diego me fui a bordo y pasé el día con algunos de los tripulantes. El castillete donde vivían, era amplio y bastante alumbrado por ojos de buey y siendo muy limpio, tenía un aspecto bien confortable. Era muy distinto del reducido agujero negro y sucio del "Pilgrim", donde había pasado tantos meses. Según los reglamentos del buque el castillete era limpiado todas las mañanas. En la popa había una hermosa cámara, salón comedor y cuarto de negocios. Entre esta y el castillete se hallaba el sollado, y una parte de la tripulación dormía allí en coys colgados de los baos y aferrados todas las mañanas. Los costados del sollado eran forrados. La gente decía que el buque era estanco como tambor, que únicamente, como todos buques ligeros, embarcaba agua por la proa, cuando marchaba a 8 ó 9 millas se mojaba todo, casi hasta el portalón. Los tripulantes tenían la boca llena de sus condiciones veleras y lo consideraban muy convencidos como un "buque de suerte". El "Alert" quedó alrededor de una semana mas en el puerto preparándose para salir nuevamente a navegar. Entonces yo hice el pendido al capitán para embarcarme y me contestó que podía ir a bordo, cuando iba a regresar y al entender que yo deseaba embarcarme ya, me contestó que no hallaría inconvenientes, mientras yo pudiera encontrar a otro de mi misma edad para relevarme. Esto fué realizado con facilidad, puesto que había varios que deseaban cambiar el escenario y quedar unos meses en tierra y al siguiente día fui a bordo con mi cama y cajabaúl y ya estaba otra vez embarcado.

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