Dos años frente al mastil

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que puedan secarse ablandados y alisados. Después de estaqueados y mientras quedaban aún mojados y blandos, los pasábamos con nuestros cuchillos y cortábamos todas las partes malas: restos de carne y grasa que habrían hecho podrir e infestado todo el cuero al estivarlo en la bodega de los buques, donde quedarían durante varios meses. Esta limpieza debe ser terminada antes del mediodía, porque por este tiempo quedan los cueros ya demasiados secos. Después .de haber sido expuestos al sol durante algunas horas se los repasa con rasquetas para quitarles toda la grasa, desprendida por el calor del sol. Terminada esta operación, se deja que sequen bien,-y si ésto se ha conseguido hasta la noche siguiente, se los coloca sobre una estaca larga, colocada horizontalmente, cinco a la vez y se golpean con un palo (macaco) para quitarles todo el polvo. Entonces, después de haber sido raspados, limpiados, secados y golpeados, son almacenados en el galpón. Allí quedan hasta embarcarlos nuevamente para llevarlos a Boston, donde los curten y transforman en zapatos u otros artículos de cuero. Se ponían en remojo y curaban 150 por día, de manera que el trabajo diario resultaba siempre igual. El peso considerable de los cueros mojados que nos obligaba a llevarlos sobre carretillas, el estar encorvado continuamente sobre los cueros estirados durante la limpieza, resultaba un trabajo desagradable y cansador; sin embargo nos acostumbramos pronto a ello y sumándole la relativa independencia de que gozábamos, nos reconcilió pronto con él: allí no había nadie que nos apurase, ni que nos hallase en falta; cuando habíamos terminado el trabajo del día no teníamos más que lavarnos y mudar de ropa y el resto del día y la noche eran para emplearlos a nuestro placer.

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