Dos años frente al mastil

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lingüista, el que me valió para que el capitán me utilizara siempre para encargarme todas las comunicaciones con tierra, hacer provisiones y conducir mensajes y cartas a distintas partes del pueblo. A menudo se me encomendaban cosas cuyos nombres yo no conocía ni remotamente, pero me las componía a lo mejor. Esta tarea nueva me agradaba y nunca alegué ignorancia para cumplir los mandatos. Algunas veces tenía que consultar previamente el diccionario antes de ir a tierra o aprovechaba en la costa el encuentro de alguna persona que hablaba inglés, para que me tradujera al español la misión que me habían encomendado cumplir y así por signos o dando algunas palabras del latín, del francés o un vuelco al español, solucionaba las dificultades para hacerme entender. Todo constituía un excelente eiercicio para mí y sin duda alguna llegue a hablar más de lo que había aprendido en varios meses de estudio, lectura y escritura. La tarea que los conocimientos del español me habían proporcionado me agradaba, además porque me permitía conocer costumbres del pueblo, caracteres, usos domésticos, aparte que significaba también un alejamiento de las monótonas horas pasadas a bordo. En todo cuanto mis observaciones pudieron alcanzar, me convencí que el pueblo de Monte Rey es indudablemente el lugar más agradable y más civilizado de California. En el centro de él está la plaza cercada por edificios de un solo piso. En el centro de ella se encuentra una batería compuesta por una docena de cañones, algunos desmontados. Esto es el presidio o fuerte. Todos los pueblos tienen ubicado el presido en su centro o quizá mejor dicho cada presidio o fuerte ha creado un pueblo a su alrededor, debido a que la gente ha deseado vivir lo más cerca posible de la protección de estos establecimientos creados por el gobierno de Méjico. El presidio de Monte Rey está completamente abierto y desprovisto de fortificaciones. Había varios oficiales con grandes títulos y unos ochenta soldados. Todos ellos eran pobremente pagados, alimentados, uniformados y disciplinados. El Gobernador General, o como más comúnmente se le llamaba, el "General", vivía allí, porque era el asiento del Gobierno. Era nombrado por el gobierno central de Méjico, con carácter de jefe civil y militar. Además del general, cada pueblo tiene un comandante u oficial jefe, el cual tiene a su cargo el fuerte y todas las operaciones que se realizan con los extranjeros y buques, mientras dos o tres alcaldes y corregidores elegidos por los habitantes, componen los funcionarios civiles. No hay tribunales legales ni tampoco se aplica jurisprudencia, porque no existe ninguna de las dos cosas. Los pequeños asuntos municipales son resueltos por los alcaldes y corregidores, y todos los otros relacionados con el gobierno general, con los militares y con los extranjeros están a cargo de los comandantes que actúan bajo la superintendencia del Gobernador General. Los asuntos capitales los resuelve este último, realizando inspecciones, personalmente, si el motivo no está lejano, o encomendando a los oficiales la comprobación, si el causante del litigio vive alejado. Ningún Protestante tiene derechos políticos, ni puede adquirir propiedad, o mejor dicho residir en tierra más de unas pocas semanas, salvo que pertenezca a la tripulación de algún buque. Por consiguiente, los americanos e ingleses que intentan residir aquí, tienen que hacerse Papistas, obligación que ha creado entre ellos la frase siguiente: "El hombre debe abandonar su conciencia en el Cabo de Hornos." Pero volviendo a Monte Rey, las casas aquí como en toda California son de un solo piso, construidas de adobe, o sea arcilla convertida en grandes ladrillos de pie y medio cuadrado y tres pulgadas de espesor y endurecidos o secados al sol. Estos adobes se unen entre sí con un cemento del mismo material y el conjunto del muro toma entonces un color sucio. Los pisos son generalmente de tierra y las ventanas tienen rejas pero carecen de vidrios. Las puertas de calle rara vez se cierran y conducen directamente a la pieza principal. Algunos de los habitantes más ricos, tienen vidrios en las ventanas y pisos de tablas en sus casas. En Monte Rey casi todas las casas son blanqueadas exteriormente. Las mejores casas tienen techos de teja roja. Las casas comunes disponen de dos o tres piezas 58


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