Dos años frente al mastil

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El día era hermoso y tan cálido que tuvimos que usar sombrero de paja, pantalones de brin y toda la ropa de verano. Como nos encontrábamos en pleno invierno, esta vestimenta habla bien claro del clima de esta región, como lo comprobamos después, sabiendo que el termómetro nunca baja a la temperatura de helar durante todo el invierno y que la diferencia entre las estaciones es poco perceptible excepto en las épocas lluviosas y cuando soplan las sudestadas, porque entonces las ropas de abrigo no desagradan. El agua de la gran bahía que se extiende ante nuestra vista, permanece completamente encalmada, no sopla nada de viento, pero el bote que fué a tierra, nos informa que la larga onda del océano se rompe con violencia sobre la costa. En el puerto se hallaba un único velero, un bergantín largo y afilado de más de 300 toneladas, con los mástiles apopados, vergas de mucha cruz y que flameaba el pabellón inglés al pico del mayor. Más tarde supimos que había sido construido en Guayaquil, se llamaba "Ayacucho" recordando la batalla que dio 41


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