Dos años frente al mastil

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de Mar-blehead, dijo que jamás había visto tanta abundancia, ni oído hablar siquiera de ella. Hay bacalao, sargo, lepisma y otras variadas clases, cuyos nombres no conozco o he olvidado. El agua potable es excelente y abundante, pues cada valle tiene su arroyo que se descuelga de la montaña. Uno considerable corre por el centro de la pradera donde están las casas, y provee abundantemente a los habitantes. Un corto acueducto de madera conducía al agua directamente hasta nuestros botes. Los convictos habían construido ya una especie de escollera y estaban por iniciar un desembarcadero para botes y cargas, después de lo cual el gobierno de Chile se proponía imponer derechos portuarios. Sobre maderas, sólo puedo decir que parecían abundar; el mes de noviembre, cuando estuvimos nosotros, es allí primavera, con lo que la isla, en toda su frescura y belleza parece cubierta de árboles, en su mayoría aromáticos, destacándose el mirto. La tierra es muy suelta y fértil y por poco que se la labre produce rábanos, nabos, melones y otras frutas de huerta. Nos dijeron que las cabras no abundaban, y ninguna vimos; para verlas había que ir a las montañas. Vimos algunos bueyes en los senderos de las laderas, y el establecimiento está invadido de perros de todo país, raza o pelaje. Gallinas y pollos abundan igualmente, y son bien cuidados por las mujeres. Los hombres parecen ser los más haraganes de los mortales, y verdaderamente, en cuanto pude observar, no existe persona a quien se pueda aplicar mejor que al hispanoamericano la moderna palabra yanqui de "loafer" (holgazán). Esa gente se deja estar sin hacer nada, echada al hombro la capa —de confección poco mejor que la manta india, pero de colores vivos—, con la misma altivez del mendigo español en harapos, y con tanta cortesía y urbanidad en el trato como agujeros en el calzado, por más que ni tenga un centavo en el bolsillo.

La única interrupción en su monotonía diaria, ocurría cuando una racha de viento bajaba de la montaña y le volaba las ramas dispuestas para techo de la choza; el correr tras de ellas ocupábale entonces unos cuantos 32


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