Dos años frente al mastil

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Miércoles, Enero 6. — Salimos de Monterrey con una cantidad de pasajeros españoles y nos dirigimos a Santa Bárbara.La segunda mañana después de abandonar Monterrey nos hallábamos frente a Punta Concepción. "Vela a la vista" gritó un marinero que estaba echando afuera un botalón de ala de juanete, y en pocos minutos vimos a un bergantín redondo que salía de la punta. Al doblarla, vimos su cubierta llena de gente, y que estaba armado con cuatro cañones por banda, con batayolas y todo como un buque de guerra; lo único que le faltaba era el pito del contramaestre y uniformes en la toldilla. Un hombre bajo y recio, con un saco burdo color gris y la bocina en mano, se hallaba en la batayola de barlovento. "Oé del buque. ¡Alió!, ¿qué buque?". — "Alert". — "¿De dónde viene?", etc., etc. Era el bergantín "Convoy" de las islas Sandwich, empleado en la caza de nutrias en las islas situadas a lo largo de la costa. Su armamento respondía a que el buque era un mercante al margen de la ley. Las nutrias son muy numerosas en estas islas, y siendo muy valiosas el Gobierno pide un precio muy elevado para otorgar el derecho de cazarlas y otros más —bien altos también— para cada nutria matada o para su exportación. El "Convoy" no tenía licencia alguna, ni pagaba tampoco derechos ; además, contrabandeaba mercaderías para otros buques que comerciaban en la costa y pertenecían al mismo consorcio de Oahú. Domingo, Enero 10. Llegamos a Santa Bárbara y el Miércoles siguiente largamos el cable por ojo y salimos mar afuera a causa de una suestada.Regresamos al fondeadero al día siguiente. El "Pilgrim" había pasado allí seis semanas antes en viaje de Monterrey, y se hallaba actualmente en el Sud. En ese puerto fué informado de nuestra llegada a San Francisco. En tierra se estaban haciendo grandes preparativos para el casamiento de nuestro agente con D? Anita de la Guerra de Noriego y Corillo, la hija menor de D. Antonio de No-riego, el Señor de la Plaza y jefe de la primera familia de California.Después de cenar, se llamó a los tripulantes del guigue para conducirlo a tierra vestidos de uniforme. Al llegar a tierra, varamos el bote en la playa y nos dirigimos a la fiesta. La casa del padre de la novia era la principal del lugar con un amplio patio al frente, sobre el cual se había tendido un toldo capaz de contener varios centenares de personas. Al aproximarnos, escuchamos las notas de violines y guitarras, y cuando entramos, estaba reunido casi todo el pueblo bien apiñado, dejando apenas un lugar para los bailarines. En tales ocasiones no se hacen invitaciones, pues es sabido que todos van a asistir; sin embargo, hay siempre una tertulia privada en el interior de la casa, donde se reciben a los amigos íntimos y parientes. Otra usanza que yo no podía aclarar tan pronto era la siguiente: Una linda joven estaba bailando y un joven se colocaba detrás de ella y le ponía su sombrero en la cabeza dejándoselo caer sobre los ojos y saltaba atrás, mezclándose entre el público. Ella seguía bailando durante un ratito con el sombrero puesto, y a veces lo tiraba de golpe al suelo, lo que causaba risas y alborotos de parte de los tertulianos, y el dueño del sombrero era obligado a recogerlo del suelo. En otras ocasiones —pocas, por cierto—, las damas lo conservaban durante toda la pieza y lo sacaban después de terminada, a lo que el joven se le ponía al frente con una reverencia y recibía obsequioso su sombrero de manos de la dama. Averigüé entonces lo que esto significaba: De parte del joven, un pedido para acompañar a la dama durante la fiesta y a su casa al terminarla: la correspondiente aceptación, si ella -guardaba el sombrero; y el rechazo, cuando lo tiraba al suelo, y entonces acompañado con una risa y burla general.Esto también daba lugar a que un caballero listo les pusiera el sombrero sin darles tiempo para ver quién era el galanteador y lo tirasen o conservasen al azar. Cuando se descubría quien era el dueño del sombrero, ocurría a veces que la misma dama resultaba burlada. Las mujeres mayores estaban sentadas en hileras y palmeaban al compás de la música y aplaudían a las jóvenes parejas. La música era alegre y entre los aires tocados reconocíamos a varios de nuestros aires populares que, sin duda, habíamos aprendido de los españoles.

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