Artigas, El Mar y los Rios

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El compromiso debía ajustarse ante la Escribanía de Marina, la que franqueaba las posibilidades para el armado y aprovisionamiento de la nave, la cual era finalmente sometida a una inspección que la declaraba apta –o no- para el cometido a que se abocaría. Como garantía del buen uso de los documentos que el Gobierno otorgaba se exigía un depósito en valores o la fianza personal. Los fiadores fueron por lo general comerciantes conocidos –especialmente estadounidenses e ingleses- que alentados por el éxito que alcanzaban los corsarios fluviales los respaldaron con su crédito. El repositorio documental presenta como muestra del trámite necesario para poder actuar al servicio de la Provincia Oriental en el corso contra naves españolas y portuguesas, la habilitación de la goleta REPUBLICA ORIENTAL. Esta nave era propiedad del capitán don Ricardo Leech (que había revistado como oficial en la escuadra de Brown) y D. Benito Powell, quienes ajustaron en la Escribanía de Marina el compromiso correspondiente. Como garante o fiador se inscribió el mismo Powell, al parecer en forma simultánea y ante el mismo escribano, D. Bartolomé Bianchi. Con el comienzo de estas acciones corsarias surgieron –de inmediato- problemas con las autoridades bonaerenses, los que podemos ejemplificar en los sucesos que involucraron a la balandra INDUSTRIA. Esta nave, que había salido en corso al mando del capitán Juan Brown, apresó en diciembre de 1816, a unas 20 leguas de Montevideo, al bergantín portugués PENSAMIENTO FELIZ, con carga de cueros, sebos, lana, velas, nueces y pasas de uva, pero Pueyrredón protestó esta acción. Del análisis de los oficios intercambiados en la época entre el gobierno de Buenos Aires y el de Montevideo, surge que Pueyrredón negaba el derecho del uso del corso contra los portugueses, desautorizando la concesión de patentes y advirtiendo a Barreiro, gobernador montevideano, que no reconocería otras patentes que las otorgadas por “.... la autoridad superior a que obedecen los pueblos de esta Banda ....” (poniendo de manifiesto que la única autoridad que debía reconocerse era la bonaerense). Podríamos concluir que en esta etapa el corso oriental estuvo planteado como un hostigamiento, sin consecuencias que pudieran considerarse drásticas para el comercio lusitano. Las naves dedicadas –generalmente- eran de escaso tonelaje y su teatro de operaciones se remitía a un área relativamente pequeña en el Uruguay y el Río de la Plata (entre Buenos Aires y Maldonado). Su actuación estuvo coartada por la censura de Pueyrredón, que ejerció una severa custodia a los mercantes lusitanos que llevaban destino a Buenos Aires. De acuerdo a estos criterios podemos afirmar que el movimiento corsario inicial no alcanzó verdadera repercusión hasta que se desencadenaron los sucesos de fin de ese año y principio del siguiente (en apretado resumen: 19 de noviembre: derrota de India Muerta; 8 de diciembre: pacto de incorporación incondicional de las Provincias Unidas firmado por Durán y Giró; 3 de enero: derrota de Artigas en Arapey, seguida al día siguiente por la de Latorre en Catalán; 20 de enero entrada de Lecor en Montevideo).

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