Artigas, El Mar y los Rios

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La última modalidad se materializó por la actividad de los Corsarios de Artigas, y todas las campañas navales fueron acompañadas por una ofensiva terrestre que buscaba alcanzar las áreas vitales del invasor. Este plan de Artigas se vio más adelante repetido por la campaña de las Provincias Unidas en su enfrentamiento con el Imperio. Alvear, Brown, Rivera, Lavalleja, Espora y Fournier, en su momento, cumplirán las mismas pautas fijadas por Artigas, y alcanzarán, como es sabido, una rotunda victoria.

III.- Antes de la Revolución Industrial, la guerra naval cristalizaba históricamente una ventaja esencial sobre su similar terrestre. La lucha en el mar materializa una condición notablemente ventajosa: la conjunción del antiguo velero de madera con la artillería de tubos. Esto facilitó una combinación altamente eficaz, dado que las Malvinas podían actuar en todo el globo con un medio de combate contundente, que permitía una descarga brutal de energía física sobre un blanco concentrado y próximo. Tal característica hizo que la guerra naval se concretase en forma conmutativa e irreversible. En la guerra terrestre eso, generalmente, no ocurría , por lo que las campañas en tierra firme se desgranaban en múltiples y caprichosas acciones. Un ejemplo: durante las campañas napoleónicas, el Emperador de los franceses libró con éxito más de sesenta batallas en tres continentes. Los británicos, por su parte, mucho más volcados, como se sabe, a una estrategia marítima, triunfaron en tan porfiado conflicto con sólo tres acciones marítimas exitosas. Esta superioridad histórica encontraba su razón de ser en la ventaja técnica ostentada por el buque sobre el medio terrestre, basado en el equino. Como sabemos, el caballo es un medio muy frágil y limitado, que no facilita una estrategia de una eficacia similar a la permitida por el elemento naval. Esta diferencia histórica de ese momento dotó de una eficiencia militar superior a las acciones libradas sobre la superficie del mar. Esto hacía que los grandes capitanes buscasen perfilar su acción con un cariz naval decisivo. Artigas no fue ajeno a esta realidad histórica, y su acción presentó un horizonte naval nítido, que lo ubica, sin discusión, en la categoría de los grandes conductores.

IV.- Por su propia esencia, como hemos visto, la guerra naval adquirió tempranamente una significación que repercutía con crudeza, y en forma mucho más urgente que la propia acción terrestre, en los ámbitos internacionales de la época. El hecho es que una nave, incluso pequeña, podía con una acción audaz, comprometer la navegación en general; los intereses comerciales vinculados al negocio marítimo, en particular; y, muy específicamente, afectar las primas de los seguros. Por esto la sociedad internacional resultaba más afectada por cualquier conmoción producida por hostilidades marítimas, que por las similares desarrolladas sobre tierras firmes, sobre todo si éstas eran lejanas.

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