Artigas, El Mar y los Rios

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hasta comprender su verdadera situación y es aquí que

toma la trágica

decisión

de

abandonar la lucha. Nos relata Isidoro de Maria en su obra:” Vida del Brigadier General José G. .Artigas” : “…. Una noche, rodeado de sus mas leales y constantes compañeros, les revela su ultima y heroica decisión. Pedir al Paraguay asilo político , dando así un ultimo adios a la Patria. Ansina, su buen Ansina, es el primero en ponerse de pie y responde:” Mi General, yo o seguire aunque sea hasta el fin del mundo” Una lágrima brota de aquel rostro donde se reflejaba la nobleza de su alma respondiendo el Jefe: “ Como tu , todos, pero yo no quiero violentar la voluntad de nadie, me seguirá el que quiera ….” Al otro día hace saber

su resolución a la tropa

que en su mayoría

decide

acompañarlo, mientras que otros, se dispone, permanecerían en Misiones.

5 Días antes, había despedido a Melchora Cuenca en Mandisoví, se cuenta, en una escena desgarradora Ella volvería al Queguay a proteger a sus pequeños Santiago y Maria, fruto de una unión que solo el destino sabia, había llegado a su fin.

Siete mese habían

transcurrido desde el 22 de enero. La B anda Oriental gemía bajo el yugo y el despotismo portugués. El 20 de agosto, desde Tranqueras de San Miguel, Don José dispuesto a claudicar en sus empeños, envía dos cartas, una, dirigida a su hijo Juan Manuel, concebido con Isabel Sánchez y donde le recomendaba el cuidado de la familia que quedaba en el Queguay y muy especialmente de su hermanito Santiago de apenas 4 años. La otra carta dirigida al Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, en la cual le solicitaba al país hermanos el derecho de asilo político. Su intención era ingresar al Paraguay bajo las condiciones que se le impusieran, de no accederse en esa solicitud, ingresaría, se internaría en las selvas paraguayas y allí viviría en estado de soledad con los recursos que le diera la naturaleza. La respuesta a esta, se hizo esperar hasta principios de setiembre . El día 5 llega a manos de Artigas

la ansiada contestación

en la cual se autorizaba el ingreso al País.

¿Buscaría allí nuevos recursos para su causa perdida? Una vez logrado esto, ¿volvería al suelo natal? ¿Qué ideas cruzaban por la mente del Protector de los Pueblos Libres? A la altura de La Candelaria, en el Departamento de Itapúa, vadea el Rio Paraná, tanto el como sus seguidores, aceptaban su triste destino de exiliados. En la orilla opuesta les esperaba el Gobernador Militar del lugar con numerosa escolta a quien Don José entrego su espada, un bastón que portaba, mas otra misiva dirigida al Supremo Dictador. Entre las condiciones exigidas, para su asilo estaban: la dispersión y el desarme de sus acompañantes , lo que se cumplió y los que una vez internados en la selva fueron disgregados por diversos parajes. Hay relatos sin pruebas concretas que nos cuentan que muchos de ellos fueron fusilados sin previo juicio. Reitero, esta tesis no tiene fundamentos ya que otros hechos hacen dudar de esas ejecuciones.

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