Artigas, El Mar y los Rios

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La ceremonia de exhumación se llevó a efecto el 20 de agosto de 1855, en presencia de residentes uruguayos y argentinos y de militares paraguayos. La señora Amelia Lerena de Vega relata, al respecto, lo que sigue: <<El sepulturero quiso limpiar los restos de Artigas, pero mi esposo y yo quisimos realizar la tarea. El Dr. Etchevarría baño los huesos con cloruro de cal, luego nosotros, con un cortaplumas de mango de nácar que todavía conservo, limpiamos uno a uno aquellos huesos grandes y fuertes... ¡Que hermosa frente debió tener aquella hermosa cabeza!...>>. Los restos del Prócer fueron colocados en una urna metálica de grandes dimensiones y embarcadas en el vapor <<Uruguay>> hasta Buenos Aires, donde fueron trasladados al vapor <<Menay>>, que llegó a Montevideo el 19 de septiembre del 1855. En esos días se había producido una crisis política que hizo tambalear el gobierno del general Flores, ocupado el poder el poder el Presidente del senado, don Manuel Basilio Bustamante. A esa circunstancia se debió la restricción que no permitió al pueblo la concurrencia al puerto para rendir en merecido homenaje al Prócer. La urna fue desembarcada silenciosamente en el muelle de la calle Treinta y Tres. Cuando Gabriel Antonio Pereira ocupó la primera magistratura, dispuso que se rindieran homenaje públicos a los restos de Artigas, que fueron trasladados a una urna de madera. El decreto expresaba que <<el ejército, la guardia nacional, la policía, toda la fuerza militar con el luto de ordenanza, los empleados públicos llevando luto en el brazo por cuarenta y ocho horas, las banderas a media asta, las bandas de música con sus marchas fúnebres, todos contribuirán a dar solemnidad a las exequias>>. En la fecha del 20 de noviembre de 1856, el cortejo fúnebre se encaminó de la Aduana a la Iglesia Matriz y de allí al Cementerio Central, donde se preparó un nicho que recibió los fúnebres despojos, colocándose una placa con la inscripción: <<Artigas: Fundador de la Nacionalidad Oriental>>. Y Ansina canta su poema de dolor:

“Frente a la tumba de Artigas”

¡Casi no lo podía creer! ¡La tumba estaba vacía! ¿Qué pensar? ¿Qué decir? ¿qué hacer? ¿Era cierto lo que veía?

Me sentí como sonámbulo Que despierta de su sueño, Descubriendo que está sobre un ángulo Y que en no caerse pone empeño…

Sin duda me puse blanco

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