Artigas, El Mar y los Rios

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Para recibir ayuda cuando se enfermaban, Artigas y Ansina izaban una bandera roja que era visible desde un manantial llamado Icuá López, de donde sacaban agua las personas de la zona. Pero llegó un día cuando el Patriarca se sintió mal y , para su mejor atención, se hicieron preparativos para trasladarlo a la habitación que se destinaba para las visitas en la casona del presidente Carlos López. Fue en esos momentos cuando Artigas, viéndose rodeado por varias personas, exclamó: <<¡Yo no debo morir en la cama, sino montado sobre mi caballo! ¡Traigan al Morito, que voy a montarlo!>>. El traslado de Artigas se efectuó en el día domingo. Aunque dio la impresión de que no estaba tan grave. En la madrugada del lunes 23 de septiembre de 1850, expiró, recibiendo los cuidados solícitos de Ansina. La noticia se propagó por los contornos y los restos fueron trasladados en una carreta, seguidos por un cortejo en el cual figuraban los principales vecinos de Ybiray. En el periódico “El Paraguayo Independiente” con fecha 28 de septiembre le dedicó un articulo necrológico que así finalizaba: “Fue dado a la tierra en el Cementerio de la Recoleta. Pueden sus amigos y parientes tener el consuelo de que nada le faltó y que sucumbió por el peso de noventa años porque es la muerte común. Séale la tierra leve”. La partida de defunción, escrita con letra apretada al pie de una página, aparece con interpolaciones hechas por la misma mano: aluden a una lápida que fue colocada posteriormente. El texto, tal como aparece actualmente expresa: <<En esta parroquia de la Recoleta de la Capital, a veintitrés de setiembre, yo el Cura interino de ella, enterré en Sepultura ordinaria del Cementerio el Cadáver de un Adulto llamado Dn. José de Artigas extranjero –que lleva una lápida en este titulo General Dn. José Artigas. 1850- de esta feligresía. Doy fe. Cornelio Contreras>>. Ansina así se expresa en su poema:

“La tierra del puma y la del jaguar”

Allá en la tierra del puma Y en la llanura del ñandú, El río se hace de espuma Al fin del Paraná Guazú.

Aquí en la tierra del jaguar, Hasta el ombú y el ceibo Se muestran para recordar El cielo oriental y al cerro.

En las noches de Asunción Como en las de Curuguaty Se llena el alma de amción, Con lágrimas del Ybiray.

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