Supe, con dolor y tristeza, Que así me habían engañado, Cometiendo tamaña torpeza, Al verme con piratas enredado.
No participé de ninguna refriega. Relegado estaba a la cocina. Supe así lo que nadie niega: Que es gente cruel y asesina.
Huí de ese presidio flotante, Para volver a la vida libre. Escapé como rata por tirante, Pero me agarraron como a la liebre.
Los portugueses me atraparon, Conduciéndome al mercado. Como a bestia de carga me vendieron, Sin haber cometido pecado...
¡ Cuánto tiempo habría quedado En esa tristísima condición, Si Artigas no hubiese mediado, Con sacrificio y buen corazón!
¿Cómo podría pagar esa deuda de gratitud Hacia el hombre que me dio la libertad? Le acompañé con solicitud, Dándole muestras de lealtad.
A sol y a sombra lo seguí Por las Misiones Orientales, Siguiéndolo desde que lo vi, En sus empresas comerciales.
Junto estuvimos frente a los ingleses, Cuando luchamos con denuedo, Batallando así varias veces, Por todo aquello que es nuestro.
208