Aportes a la historia de la marina de guerra nacional ROU

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La Puig, había sido carenada en el dique Mauá, pero al salir de éste, nuevamente sufrió importantes averías en su obra viva, que obligaron a su capitán , a venderlo al Catalán Puig, por las causas ante dichas. En poder la barca de este nuevo propietario, fué reparada bajo su dirección, quien dispuso el cambio de su arboladura, convirtiéndola de bergantín redondo en barca, agregándosele el palo mesana con un pico para la cangreja. Esta es sucintamente, la historia del buque del buque destinado a hacerse célebre en los anales navales del Río de la Plata. En el mes de Enero de 1875, el Gobierno que presidía Pedro Varela, y que tenía como Ministro de la Guerra al Cnel. Lorenzo Latorre, todo poderoso, arrendó la Puig a su propietario para un viaje, a la isla de cuba, conduciendo a su bordo, en carácter de deportados políticos, a un grupo de ciudadanos de lo más selecto de la sociedad uruguaya. Vale la pena, dejar establecido que, en las instrucciones que dieron al jefe expedicionario, y que navegaría en carácter de comandante de la Puig, el puerto de destino , era el de "Matanzas" y no el de la Habana, como erróneamente se cree. El primer , y por otra parte, único comandante que tuvo la nave, fué el Cnel. de infantería Ernesto Curtín, en esa época Capitán de Puertos de Montevideo. Tripulaban el buque, veinticinco infantes elegidos entre los batallones de guarnición de la Capital , y cuatro marineros de la Capitanía de Puertos, debiendo, agregarse, al individuo Francisco Prieto, asistente de Curtín. Embarcó también como pilotín, el joven montevideano Pedro Rivas Zuchelli, que tenía estudios de náutica, y el cual a su regreso , fué ascendido a Guardia Marina, para alcanzar, con los años, el grado de Capitán de Corbeta. Como médico de la expedición, se había embarcado el Dr José Campana, antiguo oficial de Garibaldi, que quiso corres la aventura por puro espíritu de soliradidad humana, pues el cargo no estaba previsto, figurando sólo, como practicante, un español de nombre José de la Rocha, andaluz. Conducía la Puig, a más de los nombrados, a su propietario, su esposa y dos hijos varones, el mayor de los cuales, viajaba con funciones de pilotín. (Para los viejos marinos que lean esta crónica, les recordaré, que uno de estos hijos del capitán propietario , era aquel rengo conocido de todos, patrón de la lancha "Zufriategui" por muchos años, "el rengo Puig"). En la madrugada del 28 de Febrero de 1875, conducidos en el Vapor "Rayo" de la Capitanía de Puertos, embarcaron en la Puig, los quince deportados por el gobierno de Varela. En la tarde de ese mismo día , remolcada por el mismo vapor Rayo, fondeó la barca en la rada exterior, quedando , desde ese momento, en franquía. En la madrugada del 29, remolcada por el vapor de guerra "Fe" que era comandado por el capitán de marina Alfredo Vázquez, y llevando a su vez , la Puig a remolque a un queche aguatero , hicieron rumbo al puerto de Maldonado. El 1º de Marzo, fondearon en este puerto a inmediaciones de la isla Gorriti, permaneciendo al ancla, hasta el día cuatro en el que nuevamente remolcada por el "Fe" se hizo a la mar, llegando hasta el cabo de Santa María , donde fué largado el remolque , comenzando desde ese momento, a navegar la Puig, con sus propios medios. El Cnel. Curtín, que desde su salida de Montevideo, había tratado de mitigar en parte el rigor de las órdenes Superiores, con respecto a los deportados, quiso, aprovechando de haber fondeado en la bahía de Maldonado, muy próximo a la isla de Gorriti, proporcionarles a los presos un día de asueto, con el interés también, de quedar con mayor libertad para terminar los trabajos que venían efectuándose en el buque para su total aparejamiento. Confió esta comisión, al comandante del "Fe" el que a las ocho atracó su buque al costado de la Puig, recibiendo los deportados en varios botes. El Cnel Curtin les había enterado a éstos que, una vez en tierra, estarían en completa libertad, que podrían pasear por la pequeña isla y también bañarse en el mar, todo a su absoluta voluntad. Pero las cosas no salieron tal como las había prometido el jefe de la expedición, dado que el capitán Vázquez, temeroso sin duda por su responsabilidad, una vez desembarcados, ordenó al teniente de la custodia que hiciera formar en pequeño círculo a los deportados y los rodeara con centinelas, no autorizando se separaran del grupo sino de uno a uno, y previa licencia del oficial. Conforme a esta orden, los expatriados, para mitigar un tanto el fuerte calor reinante, fueron tomando sus baños , de a uno y con centinela de vista. cuando se trató del reembarque, poco antes de la puesta del sol , se produjo un curioso incidente. La virazón, común en esa época del año en las costas del Este, empezó a refrescar, levantando bastante mar, haciendo dificultosa y un tanto peligrosa la maniobra de atraque de los botes a la costa, pues las olas los tumbaban cuando trataban de embicar en la playa. Fué preciso buscar una ensenada para poder embarcar la gente, y sólo pudieron hacerlo tres deportados y varios soldados, que después, atracaban a la Puig, regresando nuevamente este bote para recoger el resto de los excursionistas de ese día.

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