Aportes a la historia de la marina de guerra nacional ROU

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Navío Carlos Baldomir y Carlos A. Olivieri y por el Contramaestre y Condestable de cargo de este buque, y teniendo en cuenta los descargos que se han formulado a favor del Cabo Señorans, en atención a su buena conducta anterior y excelentes dotes. El Comandante, en uso de las facultades que le concede el Código Militar y las ordenanzas de marina, y de acuerdo por lo resultado por el Consejo de disciplina: CONDENA.- Al cabo de cañón de 1ª clase , Francisco Señorans, a 8 días de arresto riguroso en calabozo como encubridor de faltas cometidas por sus subalternos. A un mes de arresto simple por haber faltado 24 horas, a la licencia extraordinaria, por no haber observado la conducta ejemplar que en todo momento debe pretender alcanzar todo aquel que se honre vistiendo el uniforme de la marina. El Comandante, José Aguiar. ORDEN DEL BUQUE.- Montevideo, abril 6 de 1913.- Debiendo verificarse en el día 13 del corriente el centenario de las Instrucciones del Congreso Artiguista, celebración del gran acontecimiento que tanta influencia debía tener en las libertades políticas de la que fuera América Española, el que suscribe dispone: Art. 1º - Designase al Sr. Alférez de Navío Carlos A. Olivieri, para pronunciar en ese día una alocución patriótica, en la que hagan resaltar las grandes proyecciones de ese hecho histórico. Art. 2º - Comuníquese a la dotación de este buque. El Comandante, José Aguiar. FAENAS Y RECUERDOS Esta serie de transcripciones de las "Ordenes del Buque", dictadas por los comandantes del "Montevideo", ponen en evidencia el buen criterio marinero y disciplinado que inspiró a aquellos jefes, a quienes tocó afrontar el difícil período de nuestra evolución naval, en la época en que encaran decidida y enérgicamente, la organización de la Marina Militar, tratando de hacerla más técnica y moderna, para ponerla a tono de los servicios que requerían las nuevas unidades incorporadas a nuestra Escuadra. Se debió ir reglamentando, poco a poco, todo lo referente a sus necesidades, obligaciones y derechos, pues la marina no contaba entonces con una legislación naval completa como la que hoy la rige y en la que se prevé el normal desenvolvimiento de los comandos. Tampoco contaba la marina de aquellos lejanos días, con un plantel de oficiales numerosos, cuya preparación técnica permitiera requerirse en momentos necesarios. Felizmente para nuestra marina, hoy no sucede lo mismo. Se cuenta con una cantidad apreciable de distinguidos oficiales, técnicamente capacitados y profesionalmente idóneos, quienes han tenido la inapreciable oportunidad de completar sus conocimientos náuticos, mecánicos o artilleros, en las poderosas marinas de países amigos. Tenemos la seguridad de que al escribirse esta historia de la Marina Militar del país, se habrá considerar las diversas épocas y posibilidades, para deducir conclusiones que, sin lugar a dudas, serán favorables a los modestos comandantes de nuestros primeros buques de guerra, que dedicaron lo m mejor de su empeño y lo más puro de sus ideales, luchando sin decaimiento por el adelanto de nuestra Armada. Podrán parecer demasiados minuciosos los historiales que anteceden, pero es nuestro propósito dejar constancia lo más completa posible de los datos que precisan el interés de nuestra historia naval. Es por ello que consignamos hasta el hecho de que, por primera vez en la Armada Nacional, al carbonear, - proceso largo, sucio y fatigoso- se empleó el procedimiento, llamado por los inglese "Gara de Carbón", faena en la que tomaba parte todo el personal de a bordo, incluso, Jefes y Oficiales, estos, a la cabeza de las brigadas respectivas. Es decir, estribor, con el comandante de la nave y los oficiales de esa banda; y babor, con el 2º comandante y los oficiales correspondientes a esa brigada. Atracadas las chatas, una por banda, se comenzaba la tarea de embarcar el combustible, recibido y embolsado a razón de siete bolsas por tonelada. Es interesante observar la actividad y el entusiasmo del personal en dicha faena, doblemente estimulado por la presencia y acción de los Jefes y Oficiales y por las señales del Código Nacional que, en ambos penoles de la verga del palo trinquete, marcaban continuamente la cantidad de toneladas que embarcaban cada una de las brigadas. Los adelantos operados en las máquinas de propulsión de las naves, al permitir el cambio de combustible usado, han terminado con esta interesante faena marinera, que permitía aquilatar el entusiasmo y la dedicación de todo el personal, desde las jerarquías superiores del comando del buque hasta el más bisoño grumete, quienes entablaban una verdadera competencia en el afán de superarse, por la sola satisfacción de emular en el servicio del deber. Hoy, el petróleo grueso, limpio, de fácil transporte y manipulación en las operaciones de carga, ha desplazado aquella entusiasta fiesta del trabajo, que tan gratos momentos procuraba a nuestros viejos buques de guerra. Bien venido sea el progreso, ¡bien venido sea, a pesar de las nostalgias de épocas pasadas!.....

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