Revista DNG Photo Magazine Nº 110 - Octubre 2015

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Entrevista [DNG]

veces decimos eso de “no pareces tú”? Dicen que los buenos fotógrafos son capaces de captar el alma. 99 ¿Puede una cara engañar a la edad? Depende de quién la interprete. Desde luego, yo soy bastante malo cuando me preguntan por la edad de alguien. Meto la pata de una manera gloriosa (risas). Reconozcamos también que hay edades difíciles. Con las mujeres que están entre los diecisiete y los veintitantos largos me he llevado muchas sorpresas debido a lo que aparentaban sus caras. De todas formas, no vale esto que estamos viendo ahora de gente que se reconstruye la cara en el quirófano. Dicen que a partir de los cuarenta años uno tiene la cara que se merece, pero supongo que influirá mucho la genética. Hay gente que parece que no ha pasado el tiempo por ellos y gente que envejece de una manera muy rápida. Me pasa con amigos del colegio o de la universidad. Ellos, por razones obvias, me siguen viendo a mí pero yo a ellos no. Hay veces que ni me acuerdo quiénes son cuando llaman a casa, por ejemplo. Te habrá pasado a ti. De pronto, ves que debajo de ese señor calvo y gordo está tu compañero de pupitre. ¡Detrás de esos ojos! Que a lo mejor es más joven, ¿no?, pero está tan cambiado, que

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no lo reconoces. ¿Qué le habrá pasado? Pues que no ha hecho deporte y no se ha cuidado, quedándose calvo y con barriga con cuarenta años. De todas las maneras, al hilo de lo que comentabas antes de la gente en el transporte público, un amigo mío y yo, durante un tiempo, jugábamos a un juego al que llamábamos Coleccionar personas. Consistía en elegir a alguien para imaginarnos, cual Sherlock Holmes, a ver qué vida llevaba. Pero todo deduciéndolo científicamente según la ropa que llevaba, el maquillaje (si era una mujer), el reloj, los zapatos, por cómo se mueve, por la extracción social, etc. Después nos las apañábamos para pegar la hebra y adivinar quién era. Pues querido, nos equivocamos en un porcentaje altísimo. El hábito no hace al monje. Había un tipo que parecía que iba a pedir limosna, por cómo iba vestido, pero resultaba ser un historiador de mucho prestigio. Nunca se me olvidará. El aspecto externo le importaba un pimiento. Y también pasaba al contrario, claro, con gente que iba como un pincel y estaba en la puñetera ruina porque lo habían desahuciado. Es un juego muy curioso. La ficción siempre supera a la realidad. Es un topicazo, pero siempre está ahí. 99 Algo similar sucede con un monólo-

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