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Eloy Tizón (España

Eloy Tizón

España

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©Daniel Mordzinski

En su obra se encuentran las novelas La voz cantante (2004), Labia (2001) y Seda salvaje (1995), y tres libros de relatos muy celebrados: Técnicas de iluminación (2013), Parpadeos (2006) y Velocidad de los jardines (1992). Ha sido traducido a diferentes idiomas y forma parte de numerosas antologías. Colabora asiduamente en diversos medios de comunicación e imparte clases de narrativa en centros como la Escuela de Escritores de Madrid y Hotel Kafka.

Según Andrés Neuman, Eloy Tizón “nació en Madrid y en unos cuantos lugares más. Ha publicado esto y lo otro, pero casi no se acuerda. Da clases por ahí para aprender. Ha ganado y perdido. Se ha hecho joven. Fin de la biografía. Lo demás es vida. Es decir, prosa. Estamos ante alguien que nos muestra cómo cada palabra entonada en su lugar, o acaso musicalmente desplazada de su lugar, adquiere una capacidad reverberante. Tizón escribe con eco. Quizá por eso uno atiende a sus libros con una especie de trascendencia auditiva: sabiendo que todo milagro empieza en el oído y termina en la boca”.

El párrafo omitido

En mi opinión, básicamente, hay dos clases de cuentos: los que se escriben para resolver un misterio y los que se escriben para prolongar un misterio. El primero sería el modelo Poe y el segundo, el modelo Chéjov. Con diferencia, yo prefiero este último.

Mis cuentos empiezan donde terminan otros. El final de una historia implica el comienzo de otra. Como si hubiera una historia previa (que no se cuenta), pero que de algún modo planea sobre el cuento, desestabilizándolo. El punto de partida que me interesa no arranca con los antecedentes de algo, sino con las consecuencias. El día siguiente a la fiesta puede ser más atractivo que la fiesta misma.

Un personaje muere: ese podría ser el final de un cuento. En mi caso, es la primera línea. A partir de ahí, de ese silencio, ese quiebro o esa imposibilidad, empiezo a trabajar desde cero.

Uno no narra porque le sobren las palabras, sino porque le faltan. Un nuevo libro es la constatación de una búsqueda. La huella de un proceso.

En un relato tiene que producirse algún tipo de desplazamiento: bien sea un desplazamiento físico (el personaje viaja, se mueve, cambia de escenario), bien sea un desplazamiento moral: el personaje está quieto pero su conciencia se agita.

Mis cuentos se parecen a puzzles incompletos en los que falta una pieza. La pieza que falta en un puzzle, naturalmente, es la más importante.

Ahí entra en juego el lector, para completar los huecos, con su inteligencia y sensibilidad. Confío en la complicidad del lector.

Escribir es una mezcla de rigor técnico y compasión humana.

La literatura no está terminada de hacer. Un libro es algo incompleto, poco hecho, como la carne. Se acaba en la mente del lector, que es quien completa el círculo.